lunes 29 de abril de 2024 - Edición Nº1972

Análisis | 12 ago 2022

Alejandro Olmos Gaona

🎭 El pensamiento critico y las visiones sesgadas de la realidad


El haber cuestionado el paro docente de ayer, y mostrar la conducta de un dirigente sindical, condenado por la comisión de delitos de acción pública, dio lugar a una serie de descalificaciones de diverso tenor, propias de aquellos que cultivan mitos e idealizaciones de diversa especie, y que no aceptan en modo alguno que se pueda ejercer la crítica. Solo respetan si se coincide con ellos, de lo contrario surgen las habituales frases “es de derecha”, es “burgués”, y otras que son más que conocidas.

 

Entre tantos otros problemas que nos afligen, tremendo conflicto el que tenemos: una democracia aparente, un poder soberano que entregamos, y la obsesión por cultivar mitos, y abundar en interpretaciones, aunque estas se hagan añicos ante los hechos y las evidencias. Una dirigencia política mediocre, vulgar, con los venerables convencionalismos de siempre, jugando a la política, viviendo de ella; sin que el pueblo real, el que vive en el desamparo, el que sufre los ajustes, el que padece el hambre, la exclusión y la miseria, solo sirva como excusa en los discursos para negociar lo que sea, con las excepciones que las hay y son nada representativas.

 

En la Argentina de hoy las ideas parecen haber desaparecido y solo cuentan los personajes. Para los defensores de los gobiernos kirchneristas solo cuentan “él” y “ella”, y en esa cuasi superficial adoración, se parecen a sus opositores que también basan en “el” y en “ella” todos los males que padece nuestro país, mostrando análogos comportamientos, donde no existe la crítica, y si el fundamentalismo partidista o militante. Lo mismo ocurre con el PRO, que para sus defensores resultan ser el paradigma del progreso y la modernización y la estabilidad, aunque lo ocurrido entre el 2016 y el 2019 haya hecho trizas todas esas concepciones facilistas.

 

Unos y otros, de acuerdo con donde estén ubicados hacen pronósticos arbitrarios, y se tiran frases cortas llenas de efectismo para demonizar a un gobierno o elogiarlo, lo que no sirve para nada, solo para rumiar furias dignas de mejor causa. Unos recuerdan supuestos triunfos, los otros hacen lo mismo, pero al revés exhibiendo males y derrotas.

 

Unos y otros se parecen cada vez más en sus modos de caracterizar el pasado y el presente. Se sienten autorizados a decir cualquier cosa, sin fundarlas, quizás como un desahogo de sus propias frustraciones Unos ante la impotencia que les produce la pérdida del poder, los otros, porque se dan cuenta que no tienen capacidad para ejercerlo como se debe.

 

Creo que siempre debemos ser más prudentes en los juicios, y no tirar afirmaciones al voleo o descalificaciones a las que unos se prenden y otros refutan con la misma pobreza de argumentos. La crítica facilista es propia de una militancia que solo hace profesión de fe de lo que siente, no de lo que ve. Si lo que ve no le gusta lo niega, como aquel cuento del campesino, que, en el zoológico al ver a un hipopótamo, repetía asombrado: “ese animal no existe”.

 

La mejor forma de enfrentar al sistema que nos gobierna, es no esconder los desastres del pasado, sino asumir los errores y plantear nuevos desafíos, dejar de cultivar los mitos militantes que solo son figuras retóricas sin sustancia y trabajar en serio con propuestas audaces y originales, dejando atrás las viejas formas de hacer política.

 

Parece que se ha perdido el rigor analítico y solo cuenta la frase efectista y contundente que sirva para lapidar acciones y personajes, sin considerar los contextos, evidencias o situaciones a considerar. Y si bien cada uno tiene el derecho de pensar lo que quiera, no se puede sesgar la realidad y solo mostrar aquello que coincide con nuestras preferencias ideológicas. Si existe la represión en regímenes de derecha, esta es condenada como debe serlo, pero si esa represión se ejerce en Cuba, Nicaragua o Venezuela siempre hay un justificativo, porque no se reflexiona sobre los hechos ocurridos, sino como adecuarlos en cada caso a aquello que pensamos, y a veces se ven en figurillas para torcer la realidad, o se utiliza algo más practico que es silenciarla, haciendo como que no existe.

 

Y para no extenderme voy a hacer referencia a dos ejemplos que son relevantes y muestran esa peculiar forma de criticar a unos y silenciar a otros:

 

1.- Durante la dictadura militar, fue imposible que en la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas se obtuviera una condena a las acciones que se estaban llevando a cabo por la sistemática obstrucción del gobierno de Fidel Castro. Los que defienden a la dictadura cubana, jamás he visto que hicieran mención alguna a este hecho, como también a las represiones de estudiantes y manifestantes, por parte del régimen de Maduro.

 

2.- Todos los medios de América Latina dieron cuenta hace 4 años de la brutal represión ejercida por el gobierno nicaragüense contra los estudiantes que se enfrentaran contra decisiones políticas que están llevando al país al abismo, y que costara muertos e infinidad de heridos. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos efectuó un lapidario informe sobre la violación de los derechos humanos, pero parece que muchos sectores denominados "progresistas" no se dieron por enterados, y gobiernos como los de Bolivia y Venezuela declararon su apoyo a ese gobierno.

Daniel Ortega ha excedido todos los límites, y no hay forma de justificar sus años de burla a la democracia y a la voluntad de su pueblo. Su familia controla todos los resortes del poder. Su mujer Rosario Murillo es la vicepresidenta de la Nación, sus hijas Camila y Luciana son asesoras presidenciales, su hijo Rafael se encarga de la estratégica Distribuidora Nicaragüense de Petróleo, Laureano de una de las principales agencias periodísticas. Sus otros hijos Manuel, Daniel Y Carlos controlan el Canal 6 oficial y tres canales privados. La información que se trasmite es lo que quiere "la familia" A este claro acto de nepotismo, se suma el hecho de la conducta asumida por Ortega respecto a su hija adoptiva Zoila América, a la abusó sexualmente desde los 11 años, y luego violó reiteradamente en su adolescencia hasta que esta pudo huir de ese infierno y lo denunció. Los tribunales nicaraguenses desestimaron la denuncia no por inexistencia de delito sino porque la causa había prescripto, además Ortega se había amparado en su cargo para evitar el procesamiento. Zoila América se tuvo que exiliar en Costa Rica, a pesar de intentos de reconciliación con su madre, para evitarle perjuicios políticos.

 

Los testimonios del escritor Sergio Ramírez y de Ernesto Cardenal, a quien persiguiera y hostigara sin descanso, son contundentes respecto a este personaje siniestro, que rige los destinos de Nicaragua. A la tragedia que vivió ese pueblo con Somoza, se suma quien en algún momento junto a otros luchadores podía representar una esperanza a un pueblo tan sometido.

 

Aquí en la Argentina, donde se emiten declaraciones sobre cómo se reprime la protesta social, se justifican hechos de violencia, y se habla del maltrato exponencial a las mujeres, no vi el menor comentario sobre lo que ocurre en Nicaragua, ni acciones de repudio, ni actos de solidaridad con los estudiantes apaleados. Tampoco lo vi al inefable Chomsky hacer un comentario al respecto, él que siempre está pronto para condenar los actos del imperialismo. Es lo de siempre se critica lo que hacen aquellos con cuya ideología no coincidimos, y se guarda impenetrable silencio sobre las tropelías que cometen aquellos con los que se tienen afinidades ideológicas. Lo mismo pasa con aquellos que cuestionan lo que ocurre en Cuba o en Nicaragua, o en Irak o en otras partes, y guardan olímpico silencio sobre la prepotencia de los EE.UU. que se arrogan ser los líderes del sistema democrático, y han arrasado contra todo aquello que se opusiera a sus ambiciones territoriales y económicas. Una actitud francamente canallesca que desvaloriza todo lo que puedan criticar. Y En esto los intelectuales orgánicos hacen lo suyo, tratando de barnizar con aires de razonabilidad determinadas posturas, cosa que hacen no gratuitamente, ya que responden a los intereses que defienden, no buscando en ningún caso reflexionar lo más equilibradamente posible sobre aquello que tratan.

 

Para terminar dos lecturas muy recomendables de dos personas, que han reflexionando de manera inteligente sobre cuestiones geopolíticas relacionadas con nuestra América, sin sectarismos ni visiones sesgadas: "De Monroe a la buena vecindad" de Carlos Ibarguren, importante historiador argentino publicado hace años pero que se puede conseguir; y "El desorden mundial" de Luis A. Moniz Bandeira, uno de los más notables historiadores brasileños, que apareció hace dos meses.

 

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