lunes 01 de julio de 2024 - Edición Nº2035

Soberanía | 26 jul 2023

Hernando Arias ✍️

♻️ Energía verde: argentina necesita repensar su matriz energética


En el marco del Plan de Desarrollo Productivo Verde, el hidrógeno verde se presenta para Argentina como una oportunidad de mejorar nuestra matriz energética. En ese contexto, poniendo la mirada en el proyecto de la empresa australiana Fortescue Future Industries (FFI)1 para producir hidrógeno verde en la Argentina será Punta Colorada, en el Golfo San Matías, por el cual anunció inversiones por US$8400 millones, considero que este proyecto responde a un fin privado, sin una orientación estratégica que responda a una planificación nacional a mediano y largo plazo, no solo en lo energético, sino en lo que hace a la ubicación del puerto, como lugar estratégico para el país. Está claro que “las soluciones técnicas” como dijo en un discurso el Sr Matías Kulfas en aquel momento, deberían ser implementadas en un marco de una buena articulación entre los gobiernos nacionales, provinciales, y el sector privado, y que entre todos conformemos un verdadero círculo virtuoso que nos permita avanzar hacia este gran objetivo que es el Desarrollo Productivo Verde. Todo perfecto, incluso las posibilidades de desarrollo de energía eólica, como es sabido, es de enorme importancia estratégica para el país, pero si seguimos dejando todo en manos privadas y extranjeras, sin planificación de una matriz energética y de transportes, incluyendo los puertos, a futuro, nos pasará lo mismo que con el oro, el litio, y todos los recursos que se llevan “a declaración jurada”, sin contrapartida económica para el país.

 

Como sustancia química esencial, el hidrógeno se ha utilizado principalmente como materia prima para refinerías y procesos químicos como la producción de amoníaco y metanol durante muchos años. En la actualidad, el hidrógeno está experimentando un desarrollo sin precedentes2 como combustible sostenible y materia prima de producción más allá de sus aplicaciones tradicionales. La energía del hidrógeno se puede utilizar como combustible y materia prima en la industria, pilas de combustible en el transporte, combustible para el transporte marítimo y la aviación, etc. Ofrece enormes oportunidades para reemplazar los combustibles fósiles y promover la rápida descarbonización de la economía.

 

La Agencia Internacional de Energía (AIE) estima que la demanda total de hidrógeno en 2020 es de unos 90 millones de toneladas. Alrededor del 45% se utiliza para la refinación de petróleo, el 50% para la producción de productos químicos (principalmente amoníaco) y el 5% restante para el proceso de reducción directa de hierro (DRI) para producir acero.

 

La producción de hidrógeno requiere mucha energía. Hoy en día, la mayor parte de la producción de hidrógeno se basa en las alternativas de menor costo: reformado con vapor de gas natural y gasificación de carbón. Estos métodos de producción actualmente tienen una alta huella de carbono. Por lo tanto, hacer que la producción de hidrógeno sea más sostenible es fundamental para descarbonizar la economía.

 

De 2020 a 2050, la inversión mundial total en hidrógeno puede alcanzar los 15 billones de dólares estadounidenses. Existe un enorme potencial de descarbonización en la producción de hidrógeno, lo que requerirá una rápida ampliación del hidrógeno bajo en carbono. Cómo hacer que la producción de hidrógeno sea más baja en carbono y más viable económicamente es ahora la agenda principal, y la promoción de inversiones verdes en toda la cadena de valor del hidrógeno es crucial para desarrollar el mercado del hidrógeno. Además, los estándares y los mecanismos de certificación desempeñarán un papel importante en el desarrollo del mercado del hidrógeno, y el desarrollo de un estándar de financiación común y confiable desempeñará un papel clave en el desarrollo del mercado del hidrógeno, ya que promoverá la igualdad de condiciones y brindará más confianza a los inversores.

 

Los gobiernos de varios países han adoptado políticas para acelerar el desarrollo de la industria del hidrógeno verde y ayudar a alcanzar los objetivos climáticos. Por ejemplo, desde finales de 2020, el Reino Unido ha emitido una serie de políticas para acelerar el diseño de la industria de la energía del hidrógeno. En abril de 2022, el Reino Unido lanzó sucesivamente nuevas versiones de la "Estrategia de seguridad energética" y la "Hoja de ruta del inversor en energía de hidrógeno", proponiendo claramente aumentar la capacidad de producción nacional de hidrógeno con bajas emisiones de carbono de 5 GW a 10 GW para 2030, la mitad de los cuales serán completamente verdes.

 

China es el país productor de hidrógeno más grande del mundo y ha desarrollado la energía del hidrógeno como un campo clave. Según el estudio de análisis de escenarios realizado por China Hydrogen Energy Alliance, para 2060, el hidrógeno producido por electrólisis de energía renovable puede satisfacer la mayor parte de la demanda de hidrógeno de China, y equipar las instalaciones de producción de hidrógeno existentes con CCUS puede reducir las emisiones de carbono y ayudar a expandir el suministro de hidrógeno con bajas emisiones de carbono.

 

En marzo de 2022, el gobierno chino emitió el "Plan a mediano y largo plazo para el desarrollo de la industria de la energía del hidrógeno (2021-2035)", posicionando la energía del hidrógeno como una parte importante del sistema energético nacional. El plan propone que para 2025, la cantidad de vehículos con celdas de combustible que utilicen energía de hidrógeno alcance alrededor de 50 000, y la capacidad de producción de hidrógeno de energía renovable alcanzará la meta de desarrollo de 100 000-200 000 toneladas por año. Los vehículos con celdas de combustible se popularizarán en los campos de autobuses y logística. Mientras promueve la cooperación internacional en el campo de la energía del hidrógeno, discuta su uso en la construcción de infraestructura en los países a lo largo de la Franja y la Ruta.

 

Para garantizar reducciones rápidas de las emisiones para 2030, el uso de hidrógeno bajo en carbono deberá priorizar los sectores con el mayor potencial de reducción. Por ejemplo, el uso de hidrógeno en la producción de acero tiene el potencial de reducir las emisiones en un 98%; en la producción de cemento, el hidrógeno solo puede ayudar a reducir las emisiones en 1/3. Como recurso, el hidrógeno bajo en carbono es escaso, por lo que se debe priorizar el despliegue de hidrógeno en función del impacto y la disponibilidad de otras tecnologías de descarbonización.

 

En el caso de Australia, no olvidemos que es uno de los grandes productores de mineral de hierro, que exporta fundamentalmente a China, y en ese contexto, la gran base energética de producción de energía eólica sería estratégica para ese país (pero no para el nuestro), pues el hidrógeno no solo ayuda al caso de descarbonización del acero, sino que además el viento es gratis.

 

El reciente proyecto piloto de Breakthrough Hydrogen Ironmaking Technology (HYBRIT) muestra que la industria está avanzando a pasos agigantados con la apertura de la primera instalación de almacenamiento de hidrógeno verde de la industria. El proyecto HYBRIT está ubicado en el norte de Europa y está financiado conjuntamente por la empresa siderúrgica sueca SSAB, la empresa minera LKAB y la empresa eléctrica Vattenfall, y cuenta con el apoyo financiero de la Agencia Sueca de Energía. Lanzado en 2016, el proyecto tiene como objetivo reemplazar el carbón con hidrógeno, que puede eliminar alrededor del 90% de las emisiones de carbono en el proceso de producción de acero. El proyecto ha invertido 136 millones de euros en la fase piloto. En 2021, el proyecto HYBRIT entregó el primer acero libre de combustibles fósiles fabricado con hierro reducido en hidrógeno, con planes para comenzar la producción en serie de este acero en 2026. Obviamente, la tecnología del hidrógeno juega un papel clave en el proceso de transición a bajas emisiones de carbono de las industrias con altas emisiones de carbono, como la industria del acero. Al establecer estándares de la industria para proyectos de hidrógeno e industrias de alta emisión como el acero, CBI brinda una guía clara a los inversores que buscan invertir en transiciones creíbles y demuestra las mejores prácticas para las empresas interesadas en descarbonizar sus industrias.

 

Argentina necesita desarrollar una nueva y renovada matiz energética, que bien podría funcionar bajo estándares de la industria para el hidrógeno bajo en carbono, involucrando para ello instituciones académicas, profesionales y consultorías.  Una industria basada en energía verde sería totalmente factible en nuestro país.

 

CBI ha publicado la versión final de los estándares de certificación para la industria de producción de hidrógeno. Los emisores pueden participar en la certificación de etiquetado para ayudar al desarrollo del mercado de energía de hidrógeno con bajas emisiones de carbono y la transformación de la economía a bajas emisiones de carbono. En un futuro cercano, CBI planea formular los estándares correspondientes para la cadena de la industria del hidrógeno, como el transporte de hidrógeno, para promover mejor el desarrollo de energía de hidrógeno con bajas emisiones de carbono para lograr los objetivos climáticos del Acuerdo de París.

 

En la actualidad, CBI ha publicado oficialmente los estándares de la industria relacionados con la financiación de la transformación, incluidos el acero, el cemento, los productos químicos básicos y la producción de hidrógeno con bajas emisiones de carbono, proporcionando a los inversores herramientas claras y creíbles para promover la transformación con bajas emisiones de carbono.

 

Haga clic para leer el texto original o el enlace a continuación para leer la versión final del Estándar de Certificación de la Industria de Producción de Hidrógeno de CBI: https://www.climatebonds.net/standard/hydrogen-production

 

Argentina debe resolver el grave problema energético generado por las irresponsables y corruptas privatizaciones y desregulaciones de la década de los '90 (agravado ahora por el crecimiento económico). Preocupa además, que no hay señales de un cambio de orientación, ni siquiera un plan estratégico en la política energética, como tampoco un modelo de regulación que apunte a reducir los excesivos privilegios de las compañías privadas, a controlar efectivamente su actividad y obligarlas a cumplir con sus obligaciones de inversión, además de regular las exportaciones en función del interés nacional y permitir al Estado apropiarse de la renta energética que le corresponde, sino que además debería satisfacer la demanda energética en forma competitiva para la producción y los transportes, como también debería distribuir con tarifas asequibles para la población.

 

La energía eólica es un recurso estratégico, por lo que necesitamos imperiosamente una planificación científica, económica, social y ecológica. No considero una buena opción que llegue una empresa extranjera, construya un puerto y se lleve nuestros recursos, sin contrapartida, como está ocurriendo en este modelo de saqueo nacional que nos asiste. A mi entender, el modelo agroexportador que nos asiste está agotado, debemos pensar como lo hacen los chinos, que tratan sus recursos naturales en forma verdaderamente estratégica y con planes diagramados, pensando en el futuro. Necesitamos cambiar el rumbo, la Patria lo necesita.

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