miércoles 26 de junio de 2024 - Edición Nº2030

Análisis | 30 dic 2023

Educación pública en peligro

⚠️ Algunos impactos esperados del congelamiento sobre el presupuesto universitario


Resumen

 

Según el decreto 88/2023 del presidente Javier Milei, el presupuesto de toda la Administración Pública Nacional será “prorrogado” para el próximo año. Por esta razón, para enfrentar el 2024 a nuestra UNRC se le asignarán $10.000 millones, el mismo monto que se le otorgó en 2023, algo sustancialmente inferior a los $26.000 millones que figuraban en el proyecto que había elaborado el ex Ministro de Economía Sergio Massa. En este trabajo intentamos analizar las implicancias económicas de esta medida, evaluando algunos escenarios posibles.

 

El primer cálculo es elemental: a razón de una masa salarial mensual de $2.000 millones, el presupuesto se acabarían antes de mayo de 2024. Si el monto mensual se congelara en términos nominales, dada la existencia de gastos de funcionamiento y la inflación esperada, la masa salarial no solamente se reduciría en términos reales sino que también, de hecho, disminuiría en términos nominales. La cuantía de las pérdidas dependerá del comportamiento de los precios y de la proporción del presupuesto que se destine a salarios y a funcionamiento. En el mejor de los escenarios aquí estimados para la población trabajadora, los salarios universitarios llegarían a mayo habiendo perdido un 50% de su poder adquisitivo; en el peor, en cinco meses habrán perdido un 65%.

 

Sobre las implicancias de “prorrogar” el presupuesto universitario

 

El destino del presupuesto universitario suele sintetizarse en Gastos en Personal y Gastos de Funcionamiento. El contenido de cada uno de estos dos grandes rubros y sus proporciones pueden variar con el perfil de gestión que defina cada conducción universitaria. Por ejemplo, puede haber universidades que tengan todo su personal bajo convenios colectivos, en blanco, y otras que tengan parte bajo regímenes tipo “locación de obras”, facturando tipo monotributistas. Puede haber universidades que tengan en gastos de funcionamiento una proporción muy importante de servicios públicos, con pocas becas y apoyos a la investigación, y otras con diferentes composiciones. Formatos distintos que reflejan expresiones de las comunidades en el marco de la autonomía y autarquía de las universidades públicas argentinas.

 

En ese contexto, las definiciones políticas del nuevo gobierno nacional impactarán sobre los recursos de las universidades de diferentes maneras, y con distintas intensidades conforme se vayan precisando las vaguedades que aún permanecen a partir de los anuncios realizados.

 

En primer lugar, qué debe entenderse por “prorrogar el presupuesto del año 2023”, según lo establecido en el decreto presidencial 88/2023. ¿Será el asignado por el Congreso de la Nación a comienzos de ese año? ¿Será ese monto ajustado por los refuerzos recibidos durante el año para enfrentar el proceso inflacionario? ¿Será al anualizado del mes de diciembre? Diferencias nada triviales que podemos intuir y que las autoridades universitarias, precisarán.

 

Luego de eso, podemos imaginar algunos escenarios y comenzar a evaluar posibles consecuencias de aquella “prórroga” o “congelamiento”.

Una, primera, es evaluar hasta cuándo puede funcionar la universidad suponiendo que el presupuesto de UNRC será, como el de este año, de unos $10.000 millones.

 

Resulta oportuno recordar que en el proyecto de ley de presupuesto para 2024, elaborado por el entonces Ministro de Economía y candidato a presidente Sergio Massa, se proponía asignar a UNRC unos $26.000 millones (160% de aumento) y que el Consejo Interuniversitario Nacional estima necesario, para todo el sistema, un incremento del 300%, introduciendo unas referencias preocupantes.

 

Veamos qué implicaría la referida prórroga del presupuesto 2023. En diciembre 2023, sin Sueldo Anual Complementario (SAC), UNRC ha liquidado salarios por unos $2.000 millones. Supongamos que los salarios se congelen y que los próximos meses se paguen al mismo nivel de salarios en el que se liquidó este mes. Sin pagar una sola beca, sin cambiar un solo foquito, sin pagar un solo viático, sin ejecutar ni un solo peso para funcionamiento y destinando todo, absolutamente todo el presupuesto a masa salarial, en mayo se nos acabaría el presupuesto (más allá del nada despreciable hecho de que esa masa salarial congelada seguirá perdiendo poder adquisitivo conforme los precios sigan subiendo).

 

Si se destinara una parte para funcionamiento, es decir, para mantener equipos, comprar insumos para los laboratorios, financiar movilidad del personal, becas para estudiantes, pago de servicios, viajes académicos a campo, presentaciones a congresos, trabajos de investigación y de extensión, es decir, todo aquello que hace al desenvolvimiento mismo de la institución universitaria, pues el presupuesto se nos acabaría antes de mayo.

 

Las universidades con un compromiso salarial proporcionalmente mayor, o menor, encontrarían el límite un poco antes, o después, respectivamente, lo que resulta trivial ya que, seguramente, ninguna podría acabar el primer semestre en condiciones tan paupérrimas.

 

Sobre los impactos esperados en los salarios universitarios

 

En ese contexto ¿qué pasaría con los salarios de los trabajadores universitarios? En principio, dependería de las decisiones que se tomaran respecto a los gastos en funcionamiento y el giro de los recursos a recibir.

 

Suponiendo que las universidades reciban, como mejor escenario, cada mes a futuro, el mismo monto en valor nominal y que, también en el mismo valor, los gastos en funcionamiento se vean impactados por los incrementos de tarifas, aún pendientes de ajustar, y de los precios de otros bienes y servicios que se deciden continuar, la cantidad de dinero nominal destinada a gastos en personal se vería reducida porque, como le gusta decir al Presidente Milei “no hay plata”. O sea, en el mejor de los escenarios los salarios nominales deberían reducirse y, sobre eso, acumular la pérdida de poder adquisitivo por la inflación futura.

 

Podemos hacer algunas simulaciones sobre esos resultados.

 

Considerando la inflación estimada por las consultoras contratadas por el Banco Central de República Argentina en el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) de noviembre de 2023, que seguramente serán corregidas al alza en sus estimaciones de diciembre, podemos valorar, según ejemplos de la tabla que sigue, que el mejor de los casos que aquí estimamos para las y los trabajadores, una universidad con un reducido porcentaje de gastos de funcionamiento y un mínimo impacto sobre esos gastos, producidos una sola vez en Enero y no ajustados por la inflación posterior, llevaría el poder adquisitivo del salario a la mitad: por cada $100.000 pesos de diciembre, ya devaluados, en mayo podríamos comprar lo mismo que hoy con $51.119.

 

En la misma línea, en el peor de los casos aquí analizados para las y los trabajadores, representado por una institución con menos proporción de gastos en personal y con mayor índice de inflación esperada, haría perder un 65% del poder adquisitivo del salario: por cada $100.000 pesos de diciembre, ya devaluados, en mayo podríamos comprar lo mismo que hoy con $35.001.

Sin embargo, todo puede ser peor. El escenario de ingresos supuesto es el mejor esperable, la inflación esperada es menor de la que seguramente se observará, el impacto sobre los gastos de funcionamiento, muy probablemente, será mayor que la utilizada en ese escenario.

 

Estas reflexiones, tan inoportunas como los anuncios del gobierno nacional, y las tomadas por el gobierno provincial ampliando los descuentos personales a los trabajadores, intentan aportar algunos elementos de análisis a las discusiones que, seguramente, serán parte importante de la agenda de la comunidad universitaria, quitando tiempo a lo que siempre ha sido su responsabilidad primaria: mejorar la educación superior y el conocimiento científico y tecnológico.

 

Con la esperanza de que los responsables de la gestión política, tanto en el ámbito universitario, como externo a él, estarán a la altura de la circunstancias, generando el marco laboral para que las y los trabajadores de las universidades públicas argentinas podamos desarrollar las actividades que son de nuestras competencias, con la dedicación y la calidad esperada, enviamos nuestros mejores deseos para el año que viene.

 

Adjunto enviamos archivo Excel para que, a quien le interese, pueda evaluar los cálculos, corregirlos si fuera necesario y analizar alterativas a las presentadas.

 

POR

Prof. Jorge Luis HERNÁNDEZ (FCE, UNRC).

Prof. Cristian SANTOS (FCH, UNRC).

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