Una excursión a la verdad histórica

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Por:
Elio Noé Salcedo 🪶

Al introducirnos en “Excursión a los indios ranqueles”, Lucio V. Mansilla, contemporáneo y protagonista anticipado de la Conquista del Desierto, lejos de una visión romántica e ideologista del problema, pero también con absoluto realismo político y profundo conocimiento de los habitantes del desierto -porque ha convivido muchos momentos con ellos-, nos advierte: “Aquel mundo es realmente digno de estudio. Lo tenemos encima, golpeando diariamente nuestras puertas, como los enemigos de Roma, en sus horas aciagas, ¿y qué sabemos de él? Que nos roban…”. Obviamente se refería al abigeato y al malón, de la que los ranqueles vivían a falta de conocimiento de otro sistema de producción que sostuviera su existencia.

Las culpas de esa condición y situación han sido echadas toda en las espaldas del general Julio A. Roca, cuya actuación antes, durante y después de la conquista del desierto nos proponemos dilucidar, a falta de una mirada de los intereses provincianos y nacionales del pasado, e incluso del presente, que los detractores de Roca no poseen.

A propósito, reflexiona el Comandante Prado, protagonista de esa increíble y hasta hoy desconocida gesta: “Hoy, en aquellos lugares donde tanto hemos sufrido, se levantan ciudades prósperas y ricas; el trigo crece en la pampa exuberante de vicio, abonada con la sangre de tanto pobre milico, y, en cambio, los hijos de éstos no tendrán acaso un rincón donde refugiarse, ni un pedazo de pan con qué alimentarse allí mismo, en ese antiguo desierto que sus mayores conquistaron y que otros más felices, o más vivos, supieron aprovechar” (“La guerra al malón”)

Nos proponemos reflexionar sobre los problemas y la disputa del desierto, las fronteras de un país posible en aquellas circunstancias, Roca, la campaña y la conformación del latifundio pampeano, la intolerancia, las invasiones del malón y las relaciones que esas dos argentinas inviables mantenían.