
Opinión | 18 mar 2025
Trump, el Proyecto 2025 y la reingeniería del Estado
Certero análisis de Enrique Aurelli sobre la reconfiguración de poder poder mundial que significa el desembarco de Trump a presidencia de los Estados Unidos. El desmantelamiento del Estado como preludio a una Nueva Forma de Control, que debería ser muy analizada por los pueblos del Sur Global.
Enrique Aurelli 🪶
La llegada de Donald Trump al poder por segunda vez marca un punto de inflexión histórico que trasciende las fronteras estadounidenses y afecta directamente al orden geopolítico mundial. Lo que estamos presenciando no es simplemente una guerra contra el llamado “estado profundo”, sino la reestructuración completa del aparato estatal estadounidense bajo principios que evocan experiencias históricas de concentración autoritaria del poder.
Desde la perspectiva del Sur Global, este proceso resulta tristemente familiar: la desarticulación de los mecanismos de control institucional como preludio a la instauración de sistemas de dominación más eficientes y menos sujetos a rendición de cuentas.
El denominado “estado profundo” en Estados Unidos ha sido, efectivamente, responsable de numerosas intervenciones militares desastrosas a nivel global, desde Vietnam hasta Irak, Afganistán y el apoyo a la guerra en Ucrania. Ha orquestado golpes de estado, desestabilizado gobiernos democráticamente electos en América Latina, África y Asia, y ha implementado programas de vigilancia masiva que vulneran derechos fundamentales tanto dentro como fuera de sus fronteras.
Sin embargo, la actual ofensiva contra este complejo burocrático-militar no busca democratizarlo o someterlo a mayores controles ciudadanos. Por el contrario, pretende reemplazarlo por un aparato más dócil, menos sujeto a restricciones legales y completamente alineado con los intereses de un círculo reducido de poder económico y político.
La Teoría Ejecutiva Unitaria:
Marco Legal para la Concentración del Poder
En el núcleo de esta transformación encontramos la “teoría ejecutiva unitaria”, articulada por el fallecido juez de la Corte Suprema Antonin Scalia en su opinión disidente en el caso Morrison v. Olson. Esta doctrina constitucional sostiene que todo poder no explícitamente asignado al Congreso o al poder judicial en la Constitución debe entenderse como parte del poder ejecutivo. En esencia, otorga al presidente una autoridad virtualmente ilimitada sobre todo el aparato estatal.
Esta interpretación del Artículo II de la Constitución estadounidense no es un mero tecnicismo jurídico, sino la piedra angular de una arquitectura autoritaria. Si bien esta teoría ha sido debatida en círculos académicos durante décadas, es ahora cuando encuentra las condiciones propicias para su implementación práctica, respaldada por una Corte Suprema que ya ha concedido inmunidad legal al presidente por actos realizados en el ejercicio de sus funciones.
Para los países del Sur Global, que han sido históricamente laboratorios de experimentación para doctrinas autoritarias promovidas desde Washington, esta evolución representa una peligrosa coherencia: las mismas fuerzas que apoyaron dictaduras en nuestros territorios ahora implementan mecanismos similares de concentración del poder en el corazón del imperio.
El Proyecto 2025 y la Reingeniería del Estado
El Proyecto 2025, impulsado por la Heritage Foundation, representa la hoja de ruta para esta transformación. A diferencia del primer mandato de Trump, caracterizado por cierta improvisación y caos administrativo, esta vez existe un plan meticulosamente elaborado, con documentos de posición, propuestas legislativas y órdenes ejecutivas preparadas con antelación.
La Heritage Foundation, fundada en 1973, ha sido históricamente uno de los principales think tanks conservadores de Estados Unidos. Financiada por corporaciones y multimillonarios como los hermanos Koch, ha promovido consistentemente políticas neoliberales, desregulación económica y un enfoque belicista en política exterior. Su influencia se extendió significativamente durante la administración Reagan y ahora busca redefinir el papel del Estado bajo la segunda administración Trump.
El Proyecto 2025 tiene como objetivo central la remoción de las protecciones laborales de los funcionarios públicos, facilitando el despido masivo de servidores de carrera y su reemplazo por personal leal al ejecutivo. A esto se suma la neutralización de agencias independientes como la Comisión Federal Electoral, la Oficina de Protección Financiera del Consumidor y el Sistema de la Reserva Federal. ¿Te suena?.
Para los países del Sur Global, que han padecido las consecuencias de programas de ajuste estructural impuestos por organismos multilaterales bajo influencia estadounidense, esta reconfiguración del Estado representa una aplicación doméstica de las mismas políticas que han debilitado nuestras instituciones públicas durante décadas. La diferencia radica en que ahora el objetivo no es solo reducir el tamaño del Estado, sino reorientarlo hacia la consolidación de un poder ejecutivo virtualmente sin contrapesos.
El Centro para la Renovación de América y el Rol de Russell Vought
Otro actor clave en esta transformación es el Centro para la Renovación de América (CRA), fundado por Russell Vought, quien ha sido renombrado como director de la Oficina de Gestión y Presupuesto. Vought, un defensor acérrimo del nacionalismo cristiano, busca alinear las políticas gubernamentales con una visión particularmente conservadora de los valores cristianos.
El CRA, junto con el Instituto de Políticas America First, representa la intersección entre el fundamentalismo religioso y el autoritarismo político, una combinación que ha resultado históricamente peligrosa para las minorías y los derechos civiles.
Para el Sur Global, donde los movimientos de liberación han luchado contra el colonialismo cultural y religioso, esta fusión entre política y religión evoca las justificaciones teológicas que históricamente acompañaron a la dominación imperial. La exportación de estos valores a través de la política exterior estadounidense representaría un retroceso significativo para movimientos emancipatorios a nivel mundial.
El llamado Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), liderado por Elon Musk, representa quizás el aspecto más inquietante de esta transformación. Bajo el pretexto de optimizar el funcionamiento estatal, esta entidad ha solicitado acceso a datos confidenciales del Servicio de Impuestos Internos, incluyendo millones de declaraciones de impuestos con información sensible sobre ciudadanos estadounidenses.
Musk, quien ha consolidado un imperio que abarca desde vehículos eléctricos (Tesla) hasta exploración espacial (SpaceX), comunicaciones satelitales (Starlink) y redes sociales (X, anteriormente Twitter), está posicionándose para convertir a X en una “aplicación de todo” que incluirá servicios financieros a través de “X Money”. La convergencia entre sus intereses comerciales y su posición como responsable de “eficiencia gubernamental” plantea evidentes conflictos de interés.
El fundador de Oracle, Larry Ellison, socio comercial de Musk y donante de Trump, complementa esta arquitectura con un plan de infraestructura de inteligencia artificial de 500 mil millones de dólares y la propuesta de crear “una plataforma de datos única y unificada” para el gobierno federal. Ellison ha expresado públicamente su visión de un sistema de vigilancia basado en IA que garantizaría que “los ciudadanos se comporten lo mejor posible porque estamos constantemente registrando e informando de todo lo que está sucediendo”.
Para quienes observamos desde el Sur Global, y especialmente desde el Tercer Mundo, donde los sistemas de vigilancia masiva han sido frecuentemente utilizados para reprimir disidencias y movimientos sociales, esta privatización de las capacidades de control estatal representa una evolución preocupante. La diferencia fundamental radica en que ahora estas capacidades estarían no solo al servicio del Estado, sino también de intereses corporativos específicos con acceso privilegiado a los datos ciudadanos.
Paralelismos Históricos y lecciones desde el tercer mundo
Las transformaciones que estamos presenciando en Estados Unidos tienen inquietantes paralelismos históricos con procesos autoritarios que hemos experimentado en América Latina, África y Asia. Tanto los fascistas en Alemania, Italia, Sudafrica, como los neoliberales en cualquier parte del planeta emprendieron purgas agresivas del servicio civil una vez que tomaron el poder.
La “Ley para la Restauración del Servicio Civil Profesional” de 1933 en Alemania permitió el despido de opositores políticos y ciudadanos de origen judío del servicio civil. De manera similar, la orden “Creación del Anexo F en el Servicio Exento” firmada por Trump al final de su primer mandato (y rescindida por Biden) buscaba eliminar las protecciones laborales de los burócratas de carrera, facilitando su remoción por motivos políticos. Otra vez ¿te suena?
Los despidos masivos en curso, con más de 9.500 trabajadores federales ya removidos y otros 75.000 aceptando acuerdos de retiro forzados, junto con planes para recortar/despedir el 70% del personal de varias agencias gubernamentales, evidencian que estas no son medidas de eficiencia, sino una purga política destinada a concentrar el poder. De nuevo, ¿te suena?
Para los países periféricos, del Tercer Mundo o del Sur Global, que hemos sido testigo y víctima de golpes de Estado respaldados por Washington, estas dinámicas resultan dolorosamente familiares. La diferencia crucial es que ahora se desarrollan en el centro mismo del poder imperial, con consecuencias potencialmente devastadoras para el “orden internacional y los movimientos de resistencia” a nivel global financiados legal e ilegalmente…
A pesar de la retórica sobre reducción del gasto público, el presupuesto militar permanece intocable, con los republicanos en el Congreso solicitando al menos 100 mil millones de dólares adicionales en gasto militar durante la próxima década. Esta aparente contradicción revela las verdaderas prioridades: desmantelar los programas sociales mientras se fortalece el aparato represivo.
Trump ha manifestado su intención de poner fin a la guerra en Ucrania, mientras los títeres europeos de la OTAN siguen financiando. Sin embargo, mantiene su respaldo al genocidio en Gaza, y unos cientos de fascistas a control remoto dispersos por el mundo, evidenciando una política exterior selectiva que no se basa en principios humanitarios sino en afinidades autoritarias y cálculos geopolíticos.
Para los pueblos del Sur Global, que han sufrido las consecuencias de las intervenciones militares estadounidenses, esta reconfiguración del poder imperial no promete mayor autonomía o respeto a la soberanía, sino un reacomodo de alianzas basado en la afinidad entre regímenes autoritarios.
Joseph Roth, uno de los pocos escritores en Alemania que comprendió la atracción y el inevitable ascenso del fascismo, aconsejó a otros escritores judíos aceptar que habían sido derrotados: “Vamos nosotros, que estábamos luchando en primera línea, bajo la bandera de la mente europea, cumplamos con el noble deber del guerrero derrotado: admitamos nuestra derrota”.
Sin embargo, también argumentó que incluso si la derrota era inevitable, la resistencia constituía un imperativo moral, una forma de defender la dignidad y la santidad de la verdad. “Uno debe escribir, incluso cuando uno se da cuenta de que la palabra impresa ya no puede mejorar nada”, insistió.
Desde el Sur Global, donde los movimientos de resistencia han enfrentado la represión de dictaduras respaldadas por potencias extranjeras, esta lección resuena profundamente.
La lucha por la verdad y la dignidad humana trasciende cálculos pragmáticos sobre victorias inmediatas.
El papel preponderante de figuras como Elon Musk y Larry Ellison en la reconfiguración del aparato estatal estadounidense señala un fenómeno que va más allá de la simple captura corporativa del Estado: estamos presenciando la fusión y reconfiguración entre el poder político, económico/financiero y armamentístico a un nivel sin precedentes.
Musk, con su conglomerado de empresas que abarcan desde la energía hasta el transporte, las comunicaciones y ahora potencialmente servicios financieros, está posicionado para ejercer un control significativo sobre infraestructuras críticas. Su plataforma X (anteriormente Twitter) ya ha experimentado transformaciones significativas bajo su propiedad, con cambios en las políticas de moderación que han favorecido a figuras de la extrema derecha.
La propuesta de “X Money”, que ofrecería a los usuarios/victimas una billetera digital “para transformar sus dólares en digital, almacenar dinero y hacer transferencias entre pares”, convertiría a esta plataforma en un nodo central para transacciones financieras. Algo parecido a lo que intento el estafador presidente argentino con $LIBRA y el banco que pretendía crear. Combinado con el acceso privilegiado a datos gubernamentales a través de DOGE, esto otorgaría a Musk capacidades de vigilancia y control sin precedentes sobre aspectos fundamentales de la vida económica y social.
Por su parte, Larry Ellison, fundador de Oracle y uno de los principales actores en el sector de bases de datos corporativas, complementa esta arquitectura con su plan de infraestructura de IA de 500 mil millones de dólares. Su visión de “una plataforma de datos única y unificada” para el gobierno federal representa la culminación de décadas de esfuerzos por centralizar la información en sistemas propietarios controlados por un puñado de corporaciones tecnológicas. Un negocio jugoso para pocos.
Desde la perspectiva del Sur Global, donde la soberanía tecnológica y la independencia económica han sido históricamente limitadas por relaciones neocoloniales, esta concentración de poder en manos de corporaciones estadounidenses representa una nueva forma de imperialismo digital. Los intentos de algunas naciones por desarrollar infraestructuras tecnológicas autónomas enfrentarán presiones adicionales bajo este nuevo orden.
Un aspecto particularmente preocupante de estas transformaciones es el culto a la personalidad que se construye alrededor de la figura de Trump. La “Ley de Establecimiento de Cumpleaños y Vacaciones del Día de la Bandera de Trump”, presentada por la congresista Claudia Tenny, que designaría el 14 de junio como día festivo federal para conmemorar “Donald J. Cumpleaños y Día de la Bandera de Trump”, representa un síntoma de esta tendencia, “el siguiente paso son los desfiles estatales coreografiados con retratos de gran tamaño del gran líder”, una práctica común en regímenes autoritarios que buscan sacralizar la figura del gobernante.
Para los pueblos del Sur Global, que han experimentado cómo el culto a la personalidad ha sido utilizado para justificar la represión y la concentración del poder, estas señales resultan especialmente alarmantes. La erosión de instituciones democráticas en el corazón del imperio tendrá inevitablemente repercusiones globales, limitando aún más los espacios para la autodeterminación de los pueblos periféricos.
La agenda “IA-first” promovida por Musk y Ellison representa no solo una oportunidad de negocios, sino la implementación de nuevas formas de vigilancia y control social. La inteligencia artificial, combinada con el acceso a vastos repositorios de datos gubernamentales y privados, permitiría identificar patrones, predecir comportamientos y neutralizar disidencias antes de que se materialicen.
La declaración de Ellison sobre que un sistema de vigilancia basado en IA garantizaría que “los ciudadanos se comporten lo mejor posible porque estamos constantemente registrando e informando de todo lo que está sucediendo” revela la visión fundamentalmente disciplinaria que subyace a estos desarrollos tecnológicos.
Para el Sur Global, donde las tecnologías de vigilancia ya han sido desplegadas extensivamente por gobiernos autoritarios con apoyo de corporaciones occidentales miembros de la OTAN, especialmente de países como EEUU. Israel, y Reino Unido, esta intensificación de las capacidades de control representa una amenaza existencial para las organizaciones libres del pueblo, movimientos sociales y organizaciones de derechos humanos.
“Los restos ahuecados del viejo sistema (los medios de comunicación, el Partido Demócrata, el mundo académico, las cáscaras de los sindicatos) no nos salvarán, dicen los norteamericanos. Hablan tópicos vacíos, se encogen con miedo, buscan reformas incrementales, inútiles, adaptaciones, y solo demonizan a los partidarios de Trump independientemente de comprender y desarmar las razones por las que votaron por él”.
Esta evaluación resulta particularmente pertinente desde la perspectiva del Sur Global, donde los movimientos transformadores han surgido frecuentemente fuera de los canales institucionales establecidos. La resistencia efectiva requiere no solo oposición política, sino la construcción de alternativas culturales, económicas y sociales que permitan imaginar y prefigurar un mundo diferente.
El ascenso de Trump y la implementación del Proyecto 2025 representan un momento crítico no solo para Estados Unidos, sino para el orden mundial en su conjunto. Lo que está en juego no es simplemente una alternancia entre administraciones con diferentes orientaciones políticas, sino una transformación cualitativa del Estado más poderoso del planeta hacia formas autoritarias de gobierno.
Para los pueblos del Sur Global, esta transformación presenta tanto peligros como oportunidades. El debilitamiento de las instituciones multilaterales y el repliegue imperial podrían abrir espacios para mayor autonomía regional, pero también podrían dar lugar a nuevas formas de dominación más directas y brutales, para nuestra experiencia en Argentina, sabemos que es la segunda.
En este contexto, la resistencia debe articularse no solo como oposición a políticas específicas, sino como defensa de principios fundamentales: Libertad, Derechos, soberanía popular, autodeterminación, justicia social y dignidad humana. Como nos recuerda Roth, incluso cuando la derrota parece inevitable, la resistencia constituye un imperativo moral.
“Ahora te quedará claro que nos dirigimos a una gran catástrofe”, escribió Roth tras exiliarse en Francia en 1933. “Los bárbaros se han hecho cargo. No te engañes. El infierno reina”. Sin embargo, “si no resistimos, sucumbimos moral y físicamente a la oscuridad. Nos convertimos en cómplices de un mal radical. Esto, nunca debemos permitir”. Desde estar tribuna le agregamos, resistimos. Pero combatiendo!!
Desde el tercer mundo, que no seamos en entregar nuestros recursos estratégicos para el solo provecho de las grandes potencias saqueadoras, donde la resistencia al imperialismo y al colonialismo ha sido una constante histórica, estas palabras resuenan con especial fuerza.
La lucha por un mundo más justo y democrático es permanente, continua, con la templanza y convicción de que la dignidad humana y la verdad triunfaran, (a pesar de la acción e inagacción, de propios y ajenos), venceremos sobre el autoritarismo, la opresión, el resurgir de estos nazifascísmo ultra neoliberales millonarios tecno feudales hipercapitalistas y sus púberes intelectuales seguidores.
“Los Pueblos, como el agua, siempre encuentra el camino!”
Por
Enrique Aurelli


Trump y “el gran garrote” en el mundo multipolar

Identificar al enemigo
Para instrumentar una política de Defensa Nacional y una diplomacia soberana

Viviana Manfredotti: “Vamos a trazar estrategias concretas que promocionen Ushuaia, más allá del marco económico desfavorable”

Reflexiones ante la muerte de un argentino universal

Turismo y soberanía
La Municipalidad de Ushuaia incorpora Malvinas y Antártida en la aplicación que descargan los turistas

"La empresa que instaló el radar pagará una multa irrisoria, y el dispositivo seguirá funcionando"

Análisis Transdisciplinario del Reciente Acuerdo entre Argentina y el FMI
