
Opinión | 22 sep 2025
RÉQUIEM POR PALESTINA
Limpieza étnica y geopolítica de la impunidad
Ariel Rolfo ✍️
- PROLOGO
Desde 1948, el pueblo palestino ha sido víctima de un proceso sistemático de colonización, desposesión y violencia estructural por parte del Estado Sionista de Israel. Lo que comenzó como una política de limpieza étnica documentada —la Nakba— y el éxodo palestino de 1967 o Naksa ha evolucionado en un apartheid sostenido por una arquitectura jurídica, militar y económica que niega a los palestinos los derechos más elementales: territorio, ciudadanía, movilidad, y ahora, incluso, existencia.
Palestina quedó sola. Sola frente al poderío militar de un Estado Supremacista que se arroga el derecho a el genocidio y la limpieza étnica con impunidad absoluta y sola incluso entre las naciones árabes, que sólo reaccionan cuando el fuego toca su propio territorio, como ocurrió recientemente con el bombardeo israelí a Doha, detonando una cumbre de emergencia con más de 50 países islámicos. Pero ese nivel de respuesta nunca ocurrió por Palestina, por ello es necesario un Réquiem para Palestina ya que quedo sola ante el exterminio, ante el genocidio Sionista… y está muriendo.
- LAS CAUSAS PROFUNDAS: “EL GRAN ISRAEL” DEL SIONISMO POLÍTICO AL PROYECTO COLONIAL
El sionismo, inicialmente un movimiento politico laico para construir un "hogar nacional judío", mutó tras la Guerra de los Seis Días (1967) en una ideología de ocupación permanente con el control de Gaza, Cisjordania y Jerusalén. Este evento marcó el punto de inflexión entre un sionismo defensivo y uno abiertamente expansionista. Como advirtió el historiador israelí Ilan Pappé, lo que se vive en Palestina no es un conflicto, sino un "proceso colonial de asentamiento con características genocidas".
La idea del "Gran Israel", promovida por sectores nacionalistas extremos y legitimada por partidos del Sionismo Revisionista como el Likud, se basa en una lectura literalista del Génesis (15:18) “A tu descendencia le daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el gran río Éufrates” y esto ha sido asumido por estos sectores del sionismo como mandato territorial divino ampliando el horizonte territorial de Israel desde el Nilo hasta el Éufrates. Aunque este proyecto mesiánico no es política oficial del Estado, permea tanto el discurso de la ultraderecha israelí como su política en los territorios ocupados.
Para el sionismo político radical, este proyecto incluye no solo todo el territorio palestino histórico, sino también partes de Egipto, Siria, Jordania e incluso Irak. No es casualidad que los sectores más extremistas dentro del gobierno israelí (como Itamar Ben Gvir o Bezalel Smotrich) no escondan su aspiración a una soberanía irrestricta desde el mar Mediterráneo hasta el Jordán, y más allá.
Esta visión expansionista no es un anacronismo bíblico sino que es una doctrina operativa que guía la política israelí desde 1967 en particular cuando esta fue orientada por el Likud y los sectores nacionalistas extremos, consolidada por la multiplicación de asentamientos ilegales de los colonos israelies, el cercenamiento territorial de Cisjordania, el bloqueo total de Gaza y la anexión gradual de Jerusalén Este.
III. EL APARTHEID SIONISTAY EL GENOCIDIO COMO POLÍTICAS DE ESTADO
Desde octubre de 2023, la ofensiva israelí contra Gaza ha adquirido proporciones de un verdadero genocidio. La destrucción total de la infraestructura civil —escuelas, hospitales, sistemas de agua y electricidad— no es un daño colateral sino que es parte estructural de una estrategia de tierra arrasada. El Asolamiento, la imposición de hambre como arma de guerra, la obstrucción sistemática de la ayuda humanitaria y el desplazamiento forzado de más de un millón de palestinos evidencian una política de exterminio o expulsión.
Tras los ataques de Hamas a territorio israelí, la respuesta de Tel Aviv ha desatado la destrucción total de la Franja de Gaza con más de 70% de la infraestructura colapsada, el sistema sanitario desmantelado, y el bloqueo absoluto a la ayuda humanitaria.
DATOS DE MUERTOS Y HERIDOS Franja de Gaza:
Muertos: la cifra de palestinos muertos supera los 65.000 tras la ofensiva de Israel,
Heridos: el número de heridos es superior a los 165.000.
Desplazados: +1.000.000
Ataques Aéreos: + de 10.000 a noviembre de 2024
Toneladas de bombas: + de 86.000 a noviembre de 2024 (equivalente a 6 bombas de Hiroshima Little Boy de 15 kt)
(según cifras de la ONU y organizaciones como OCHA y Human Rights Watch entre otras)
El uso sistemático de armamento de alta tecnología contra zonas densamente pobladas, la destrucción deliberada de hospitales, escuelas, centros de refugiados y la negación de corredores humanitarios son crímenes de guerra y posiblemente de genocidio, según los informes presentados ante la Corte Internacional de Justicia por Sudáfrica y respaldados por varios Estados miembros del Sur Global.
El magnicidio sigue inexorablemente, en la últimos días el ejército israelí advirtió que empleará una “fuerza sin precedentes” en Ciudad de Gaza, en el marco de una nueva ofensiva terrestre y aérea para eliminar a Hamas. El primer ministro Netanyahu pidió una evacuación rápida, mientras miles de palestinos huyen hacia el sur por la carretera Salah al Din, cuya apertura fue intencionalmente limitada por el ejército israelí.
IV. EL DOBLE ROSTRO DEL PODER: ENTRE LA ONU, LA IMPUNIDAD Y EL ABANDONO
El 10 de mayo de 2024 la Asamblea General de la ONU aprobó (143–9–25) una resolución que reconoce que Palestina cumple los requisitos para ser Estado Miembro y recomienda al Consejo de Seguridad reconsiderar favorablemente su admisión. Fue un gesto diplomático justo, necesario… pero todavia insuficiente.
En la práctica, Palestina sigue siendo una entidad desmembrada, ocupada y asediada, donde las instituciones están al borde del colapso, y la vida misma es un acto de resistencia.
Ni las resoluciones de Naciones Unidas, ni las acusaciones formales en La Haya, ni las manifestaciones multitudinarias en Londres, Nueva York, Santiago o Yakarta han podido detener la maquinaria de la guerra de exterminio israelí. El doble estándar occidental ha vaciado de sentido las categorías de "orden internacional basado en reglas" porque, en el fondo, no impera una arquitectura de justicia internacional sino que predomina una geopolítica imperial anglo-sionista donde el poder de veto de EE.UU., la hipocresía declamativa de Europa y la inacción de los paises árabes blindan la impunidad genocida del Estado Israelí.
V. ¿QUIÉN DEFENDERÁ A PALESTINA?
La reciente cumbre islámica en Doha —detonada por un ataque israelí a territorio qatarí— reveló algo preocupante: los países árabes reaccionan cuando se sienten directamente agredidos, no cuando Palestina sangra. Salvo algunas excepciones como Yemen (apoyado armamentísticamente por Irán) o Argelia, la mayoría de los gobiernos árabes han optado por la pasividad, el cálculo politico o solamente la declamación formal contra Israel.
Palestina quedó sola. Ni el "plan de paz" de Trump —más cercano a un proyecto inmobiliario con limpieza étnica más que a una solución justa— ni la diplomacia europea han ofrecido una vía viable. Lo que hay es una ocupación permanente legitimada por una narrativa securitaria para Israel que equipara la existencia palestina en su territorio con el “terrorismo”.
VI. ENTRE APARTHEID Y EXTERMINIO: EL ROSTRO DEL GENOCIDIO CONTEMPORÁNEO
La situación en Gaza y Cisjordania no se limita a un conflicto armado: cumple criterios jurídicos de genocidio conforme al artículo II de la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio de 1948. Las condiciones impuestas a la población civil, la destrucción deliberada de la infraestructura vital, el desplazamiento forzoso y los discursos de odio promovidos desde altos cargos israelíes forman parte de este patrón.
El exfuncionario de la ONU Craig Mokhiber fue categórico al renunciar: “Estamos ante un caso de genocidio en curso”. Su denuncia no fue aislada: fue el reflejo de un hartazgo dentro de organismos internacionales que ya no pueden ocultar la realidad sin comprometer su propia legitimidad.
El principio de los "dos Estados" ha sido durante décadas un placebo diplomático. En los hechos, Israel ha fraccionado el territorio palestino en enclaves desconectados, ha multiplicado los asentamientos ilegales de colonos Judíos en Cisjordania, y ha convertido a Gaza en una prisión, un campo de concentracion a cielo abierto.
El "acuerdo del siglo" propuesto por la administración Trump en 2020 como dijimos previamente no fue un plan de paz, sino un proyecto inmobiliario neoliberal que formalizaba la anexión israelí de facto, ofreciendo a Palestina apenas un archipiélago sin soberanía.
Lo que es innegable es que hay un genocidio en curso donde hay sólidos fundamentos jurídicos y éticos que lo avalan.
De acuerdo con la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio (1948), se configura genocidio cuando hay intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso. La destrucción deliberada de la vida civil, la negación del acceso a alimentos, agua y salud, la demolición de escuelas y la política de desplazamientos forzados en Gaza cumplen con varios de estos criterios, según expertos como Craig Mokhiber, exdirector de la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los DDHH.
VIII. ¿PUNTO DE INFLEXIÓN O PUNTO DE NO RETORNO? GRIETAS EN LA GEOPOLÍTICA DEL SILENCIO
La gran pregunta que debemos hacernos es si estamos ante un punto de inflexión que permita un giro hacia la justicia para el pueblo palestino, o si hemos llegado al punto final de Palestina como nación viable. La tendencia actual, si no se revierte, apunta a una erradicación sistemática del pueblo palestino de sus territorios originarios.
Israel ha logrado consolidar una situación de apartheid, limpieza étnica y control militar total con el respaldo logístico, tecnológico y diplomático de EE.UU. y sus aliados. Ante esto, ¿qué más debe ocurrir para que la comunidad internacional actúe con decisión?
Por otro lado la reciente Cumbre de Doha, que reunió a más de 50 países árabes e islámicos tras un bombardeo israelí en territorio qatarí, marca una inflexión en la diplomacia regional. Por primera vez desde la Guerra del Golfo, se asoma la posibilidad de una articulación Inter musulmana frente a Tel Aviv, aunque aún fragmentada por intereses divergentes entre Arabia Saudita, Irán, Turquía y Egipto.
Tambien en una cumbre en la ONU copresidida por Francia y Arabia Saudita el lunes pasado dedicada a abordar el futuro de la solución de dos Estados, una decena de países confirmarán su reconocimiento formal del Estado palestino y este ultimo domingo Australia, Canadá y Reino Unido reconocieron al Estado de Palestina y Portugal tiene previsto dar el mismo paso antes de la Asamblea General de la ONU.
Aproximadamente tres cuartas partes de los 193 Estados miembros de la ONU reconocen al Estado palestino, proclamado en 1988 por la dirección palestina en el exilio por lo que hay muchas probabilidades de que la votación en la Asamblea de la ONU del 28 de septiembre próximo se materialice por la solución de dos estados con el reconocimiento de Palestina. Esto es algo necesario pero tambien insuficiente para concretarlo, ya que ademas de la dificultosa aprobación por parte del Consejo de Seguridad de la ONU donde EE.UU. tiene poder de veto, la destrucción sistemática de la Franja de Gaza y la ocupación de Cisjordania continua en forma impasible e inclemente por parte del Estado Sionista de Israel.
Ahora Netanyahu dijo que garantizara un ofensiva con fuerza sin precedentes y el ministro israelí de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, declaró que "este reconocimiento del estado palestino es una recompensa a los terroristas asesinos, que se requieren medidas inmediatas: la rápida aplicación de la soberanía en Judea y Samaria", un término que designa a Cisjordania. Ben Gvir pidió además "el desmantelamiento completo de la Autoridad Palestina".
¿Qué es lo que hace falta para detener este verdadero Genocidio Contemporáneo que está llevando adelante Israel con la complicidad y colaboración de EE.UU. ?
"Los Estados occidentales adoptan gestos simbólicos, mientras que a los palestinos no les queda ni justicia ni condición de Estado, solo una brecha cada vez mayor entre la realidad vivida y la actuación internacional", argumentó Inés Abdel Razek, directora de incidencia política del Instituto Palestino para la Diplomacia Pública, con sede en Ramala.
Reconocer a Palestina como Estado es un paso importante pero será insuficiente si no se combina con acciones reales para proporcionar alivio mientras la guerra continúa.
El reconocimiento del Estado Palestino no es la solución definitiva sino que es un comienzo que posibilitara tener entidad como Estado para diplomáticamente establecer relacionamientos más sólidos con la comunidad internacional.
Esto no detendrá el genocidio y ni la agresión Israelí, sino que serán necesarias medidas prácticas y contundentes de la comunidad internacional “como por ejemplo:
- Reconocimiento inmediato del Estado Palestino por parte de los países del Sur Global y Europa periférica.
- Boicot diplomático, académico, comercial activo y sanciones contra empresas e instituciones cómplices del apartheid israelí.
- Impulsar un nuevo tribunal internacional independiente que investigue crímenes de guerra fuera del marco condicionado de la CIJ y la CPI.
- Establecer una misión humanitaria de emergencia liderada por países no alineados.
- Reformular la causa palestina no sólo como conflicto nacional, sino como un emblema de lucha contra el neocolonialismo global.
IX. CONCLUSIÓN:
Hoy más que nunca, Palestina no sólo interpela a los gobiernos, interpela a las conciencia de la humanidad.
Palestina no sólo está siendo destruida, está siendo borrada como entidad civilizatoria. No sólo su geografía, sino su historia, su narrativa, su gente. La indiferencia global hasta ahora, combinada con la impunidad estructural de Israel, amenaza con consolidar un modelo neocolonial impune bajo el paraguas del “combate al terrorismo”.
Pero toda hegemonía tiene tambien tiene fisuras. El creciente aislamiento moral de Israel, el resurgir del Sur Global, y la presión de las sociedades civiles internacionales podrían, si se articulan con audacia, romper el cerco diplomático y abrir paso a una nueva arquitectura de solidaridad global que ya no pase por Washington ni Bruselas.
Palestina necesita un réquiem. Pero no uno pasivo ni resignado. Necesita un réquiem que sea también llamado a la insurrección ética humanitaria de los pueblos, a la reconstrucción de una comunidad internacional fundada en la justicia y no en la geopolítica del exterminio.
Ariel Rolfo ✍


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