miércoles 24 de septiembre de 2025 - Edición Nº2485

Análisis | 23 sep 2025

Las grandes centrales hidroeléctricas no deben privatizarse


Por:
Mgtr. Carlos Andrés Ortiz✍️

                Coincidiendo plenamente con la muy patriótica postura del senador Mayans, quien se opuso por fundados motivos estratégicos, a la privatización del muy importante Sector Nuclear Argentino; cabe agregar sin ser un dato menor, que tampoco es admisible que sean privatizadas las muy importantes grandes centrales hidroeléctricas.

 

                Los ataques de los personeros de la antipatria (como lo son quienes operan para desguazar al Estado Argentino, desde posturas neoliberales o de neoliberalismo recargado, como los “libertarios”), accionan con recargada saña y malicia, para regalar por treinta denarios -cuan Judas de la política-, al gran emblema del desarrollo tecnológico argentino que es nuestro prestigioso Sector Nuclear.

 

                Pero a la vez, no debe pasarse por alto, que esos operadores de la antipatria, actúan en forma semi encubierta para sumirnos en el caos inmanejable de la pobreza energética crónica, lo cual es la antesala del total aquelarre socio económico.

 

                La pobreza energética propia se caracteriza por muy altos precios de los bienes y servicios energéticos, y por las serias carencias en las muy estratégicas infraestructuras energéticas, operando como un ancla al subdesarrollo crónico.

 

                Por eso no debe pasar desapercibido que presionan para malvender el importante conjunto de grandes centrales hidroeléctricas, construidas con notable eficiencia y capacidad técnica, en base a muy bien utilizados aportes del Estado Nacional, para proveer al mercado eléctrico argentino, esas muy eficientes, económicas y muy limpias fuentes generadoras; siendo la región del Comahue -en el noroeste patagónico, la que concentra la mayor cantidad de esas muy eficientes generadoras hidroeléctricas.

 

                En su momento la operatoria de ese conjunto de grandes hidroeléctricas, era manejada eficientemente por la empresa estatal Hidronor (Hidroeléctrica Nor Patagónica), hasta que el accionar antinacional ultra privatista del menemato en el noventismo, las concesionó a manos privadas, mayoritariamente extranjeras.

 

                No es un dato menor que los beneficiarios de esas concesiones, leoninamente negativas para los Intereses Nacionales, no pudieron dejar de señalar que recibieron a esas centrales en excelente estado de mantenimiento, lo que contradice la falaz muletilla liberal de la supuesta “ineficiencia del Estado”.

 

                Pero ahora, agrediendo en forma mucho más grave los reales Intereses Nacionales, los apátridas libertarios buscan directamente enajenar ese importante conjunto de bienes estratégicos que constituyen las grandes centrales hidroeléctricas.

                Todas esas grandes centrales hidroeléctricas están totalmente amortizadas, por lo que ese concepto de costos es cero, y tal como es conocido pero ocultado por los poderosos intereses vinculados a la generación termoeléctrica (la que quema hidrocarburos) y sus de hecho vinculadas “energías (pseudo) limpias” eólica y solar.

 

Cabe destacar que los costos operativos de las hidros son muy reducidos, de lo cual abundan sólidos datos a nivel mundial.

 

                Los bajísimos costos operativos de las centrales hidroeléctricas son muy evidentes, enumerándose los factores que así lo determinan.

•             No consumen ningún tipo de combustible.

•             Las estructuras civiles (que son la mayor parte de las inversiones), requieren muy poco mantenimiento, y son de muy prolongadas vidas útiles. Con irrefutables argumentos técnicos, tal como se expuso en un Congreso Mundial del Comité Argentino de Presas, las obras hidroeléctricas bien mantenidas pueden considerarse, de hecho, eternas. Muchas de ellas están cerca o superan largamente el siglo de vida útil.

•             El equipamiento electromecánico requiere mantenimiento y eventuales recambios, los que en el contexto de costos anuales, pasan a ser de muy reducidas incidencias.

•             La mano de obra es un ítem de costos de muy baja incidencia, prácticamente por lejos el menor por kWh comparativamente respecto a las otras tecnologías de generación eléctrica.

•             Si bien los sectores ultra ecologistas, que de hecho son operadores al servicio del subdesarrollo crónico, lo omiten, las generadoras hidroeléctricas tienen, según el caso, algunos o varios efectos muy positivos adicionales a la económica generación de electricidad. Entre ellos, facilitar la navegación, almacenar valiosos volúmenes de agua con diversos usos muy importantes (asegurar el abastecimiento para consumos humanos, usos agrícolas e industriales, servir de abastecimiento seguro en operaciones anti incendios forestales, crear nuevos atractivos turísticos, mejorar las infraestructuras de las poblaciones vinculadas al espejo de agua, proveer Potencia Eléctrica de Base, para fortalecer los sistemas de transmisión de energía, etc.).

 

                Operadas por el Estado, manejado este con criterio orientado al Bien Común (en las antípodas de neoliberales y libertarios), al proveer energía barata al sistema interconectado, bajan los precios beneficiando a sectores productivos y aliviando las economías familiares.

 

                En cambio, de ser privatizadas, es previsible que solo permitirán el enriquecimiento de quienes cobrarán altas tarifas, con el solo “esfuerzo” de subir o bajar las palancas para operarlas, asegurándoles muy altas rentabilidades a costa de los castigados usuarios argentinos del sistema eléctrico.

 

                Las generadoras nucleares e hidroeléctricas son las concretas alternativas a la más contaminante y costosa generación termoeléctrica.

 

                Producen Energía De Base, eficiente, confiable y programable, a costos reducidos y con efectos positivos para el entorno y la economía nacional.

 

                Otro dato a tener en cuenta, es que al ser Energía de Base, se diferencian muy positivamente, comparadas con las intermitentes y más costosas energías eólica y solar, las que generan en base a vientos y el sol, que no pueden ser manejados discrecionalmente por el ser humano, sufriendo constantes fluctuaciones en sus producciones de electricidad.

 

                ¡El prestigioso Sector Nuclear no debe ser privatizado, las grandes hidroeléctricas tampoco!

 

                Esperemos que el patriotismo logre imponerse al muy destructivo “libertarismo” y su similar neoliberalismo, herramientas de la antipatria, que nos empujan al subdesarrollo crónico, al endeudamiento impagable y a la disolución nacional.

 

MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ

Analista de Temas Económicos y Geopolíticos

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