miércoles 24 de septiembre de 2025 - Edición Nº2485

Opinión | 17 oct 2019

Medios de comunicación

Sobre la regulación que necesariamente debe producirse


Desregular significa sacar las reglas. Y las reglas, queridos amigos, tanto en la economía, como en el consumo, como en la relación de oferta y demanda, entre otras, existen para nivelar. Para darle una mejor oportunidad a quienes se encuentran en posición de debilidad.

 

Del mismo modo que un monopolio sobre un bien de consumo conduce a posiciones dominantes, en materia comunicacional ocurre otro tanto. La diferencia que en este caso lo que se encuentra en riesgo es el derecho a la verdad.

 

Más. Si ese monopolio comunicacional a su vez se integra con un conglomerado de intereses económicos-financieros, la cuestión ya no solo es el derecho a la verdad sino a la posibilidad cierta y efectiva que tiene el conglomerado para incidir a favor de sus intereses, vía presión sobre las decisiones del país. Eso es lo que ha ocurrido en Argentina durante estos años, y ello, huelga decirlo, constituye verdad histórica que no admite negaciones innecesarias.


Los grandes negociados en Argentina, siempre han necesitado de un cierto consenso. Y para ello algunos medios, particularmente Clarín, han servido para ese fin. Lo hemos visto en la política aperturista de Martinez de Hoz (feroz dictadura de por medio), en la que se produjo en los hechos la destrucción del aparato productivo nacional y la concentración exponencial de la riqueza. Allí estuvo el medio de la corneta dispuesta a satisfacer esos intereses de los cuales, además, formaba parte.

 

Advenida la democracia boicotearon a Alfonsin. Luego, entusiasmados, aplaudieron de pie al "mejor estadista de la historia" como lo denominaron a Menem, y cantaron loas a las políticas desregulatorias de Cavallo que terminó en la tragedia que todos conocen. En cada una de esas oportunidades, el común denominador ha sido Clarin y otros medios afines que acumularon ganancias fabulosas.

 

Sin lugar a dudas uno de los grandes desafíos de los tiempos que vendrán, advierten la necesidad de promover una legislación firme y eficaz que tienda a licuar el poder amasado en un monopolio ancestral sobre la comunicación. Pensar que pueda existir democracia sin acceso a información certera y veraz es un grave error que no se corresponde con la evolución contemporánea de la relación de los poderes fácticos en Argentina.

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