Análisis | 7 dic 2022
por Ariel Rolfo ✍️
🧑⚖️ Newton, Clausewitz y el Lawfare
En toda confrontación hay dos bandos y nunca se juega solo, prima la tercera ley de la mecánica newtoniana donde “para cada acción hay una reacción igual y en el sentido opuesto”.
El triunfo de Lula* fue una fuente de inspiración que creo una gran expectativa en el campo nacional* de que la misma experiencia podía repetirse aquí y comenzó a gestarse una especie de operativo clamor en torno a la figura de Cristina Kirchner.
El triunfo de Lula genero un gran resquemor en las elites de poder conservador de la argentina y también fue una fuente de inspiración para las mismas, que evaluó que la proscripción judicial que impidió la presentación de Lula a elecciones también era una mecánica que podía repetirse aquí.
No es novedosa la Guerra Judicial o Lawfare en Argentina*, pero ahora se la llevo a un nuevo nivel cualitativo con la proscripción judicial de Cristina Kirchner como candidata política, al igual que aconteció con Lula en Brasil. Se acaba de consumar un verdadero golpe de estado moderno solamente cambiaron Cuarteles por Juzgados.
No es la creatividad política del poder conservador de la argentina lo que le da esta victoria táctica, que puede llegar a ser estratégica, sino que es principalmente su decisión política constante de redoblar la apuesta e imponer sus reglas del juego al campo popular obligándolo a jugar en el escenario elegido por ellos para dar la batalla.
Clausewitz* definió la guerra como un acto de fuerza de naturaleza política: un “acto de fuerza para obligar al contrario al cumplimiento de nuestra voluntad” por lo que desde ese punto de vista evidentemente esta batalla la ganaron las Elites del poder conservador de la Argentina anulándole la pieza política más importante del tablero político al campo popular.
Las Elites del poder conservador con su herramental, como son por ejemplo los medios de comunicación y el poder judicial entre otros, ha demostrado tener la decisión y falta de escrúpulos necesarios para poner sus reglas de juego, aun rompiendo las consensuadas colectivamente en caso de ser necesario, para imponer su voluntad política en función de sus intereses, por esa razón ha podido remontar la derrota de 2019 hostigando en forma permanente al gobierno y lograr ganar esta batalla reciente para proscribir políticamente la principal referente política del campo nacional.
Pero además las elites con su accionar constante hay ido escalando en cada acción buscando encontrar el límite de acción ante el adversario y por esta mecánica saben de las limitaciones para la acción que tiene el campo popular el que, además de haber perdido su mística revolucionaria cambiándola por un accionar políticamente correcto, debido a su fragmentación interna ha dejado de ser un sujeto político contundente en su accionar ya sea para poner límites o para modificar la realidad.
En otras palabras, saben que el movimiento nacional con el peronismo como eje se ha convertido en un perro que ladra pero que ya no muerde.
Esta confrontación todavía no ha terminado, quien recupere la iniciativa política, le imprima al proceso su dinámica y sus reglas de juego eligiendo el escenario de la batalla final es quien finalmente se impondrá y ganara esta guerra política contemporánea de la Argentina, determinando el vencedor el modelo político futuro que gobernara por los próximos años nuestro país.
El campo nacional y el peronismo en particular debe sacudirse este perfil socialdemócrata de lo políticamente correcto que ha adquirido en los últimos tiempos y recuperar su praxis política con la esencia revolucionaria que lo caracterizo en su etapa fundacional donde era el peronismo el que creaba las reglas políticas en función de sus objetivos políticos de grandeza.
Deberíamos perder la candidez política y recordar algunas máximas de otros tiempos como aquella que decía… “Al amigo todo, al enemigo ni justicia” que quizás no era políticamente correcta pero si buena para generar cohesión interna y efectividad política en la acción.
También será bueno recordar que para nosotros “La verdadera democracia es aquella donde el gobierno hace lo que el pueblo quiere y defiende un solo interés: el del pueblo” por lo que la prioridad de los dirigentes y conductores debería ser satisfacer las necesidades del pueblo y la nación antes que las necesidades de los propios dirigentes o la del poder de las elites tanto nacionales como de los organismos internacionales como el Fondo Monetario internacional.
No se puede servir a dos Amos, o se gobierna a favor del pueblo o se gobierna contra de este.
Ariel Rolfo