viernes 19 de abril de 2024 - Edición Nº1962

Análisis | 26 abr 2023

POr Ariel Rolfo ✍️

⚖️ Salud, nuevas tecnologías disruptivas y política


En forma cada vez más acelerada van surgiendo tecnologías médicas y de la salud que están sofisticando el área con tratamientos novedosos y un herramental científico, muchas veces proveniente de otras áreas de la ciencia como la robótica, la Inteligencia Artificial y de las Tecnologías de la Comunicación, que permiten una evolución cada vez más vertiginosa a la que algunos profesionales del área no pueden adaptarse o que ven directamente como una amenaza a la profesión produciendo un rechazo de facto.

 

Recientemente han surgido en el campo de la salud tecnologías CRISPR de edición genética1, asistencia y consulta virtual a través de la Telemedicina, vacunas ARNm que pueden revolucionar la lucha contra las infecciones y la inmunoncologia, operaciones quirúrgicas complejas con cirujanos robots, monitorización a distancia, bioimpresion 3D de tejidos2, etc.  

 

Los periodos de avances disruptivos de la ciencia han generado siempre grandes contrastes en la historia de la humanidad, desde actitudes de embelesamiento por los mismos o actitudes de rechazo total, ya que se veía a los mismos como una amenaza a un status quo social, económico o profesional. Pero lo que prueba la historia también, es que más allá de la apreciación subjetiva de cada sector poblacional sobre el avance científico, este, siempre, como el agua, encontró el camino evolutivo para imponerse y su avance nunca pudo ser frenado.

 

Teniendo en cuenta esta evidencia histórica de resistirse al avance científico, con todas las amenazas que implica para el status quo, es una actitud inútil y de poco sentido común, ya que la actitud lógica es ver qué beneficios se le puede sacar a las nuevas tecnologías disruptivas, de qué forma incorporarlas como un nuevo herramental disponible y cómo logramos que las mismas, en el balance de su puesta en práctica en terreno en la sociedad, potencien sus aspectos positivos y minimizamos los efectos negativos.   

 

Respecto a esta última cuestión, ya no es campo de la ciencia sino de la política que es en última instancia la que debe regular su uso, aplicación y disponibilidad. De acuerdo a la filosofía política imperante en la sociedad, de ella dependerá si la incorporación de los avances tecnológicos en todos los campos de la actividad humana tiene un rasgo positivo para toda la comunidad o si solo será una herramienta beneficiosa disponible para un sector pudiente de la población y de beneficio para unos pocos grupos empresarios que puedan usufructuarla.

 

A modo ilustrativo veamos un ejemplo histórico que muestra en los hechos esta última afirmación, que no es la incorporación del herramental tecnológico revolucionario el que gobierna el proceso, sino que es la filosofía política imperante en la sociedad la que en última instancia lo gobierna y regula.

 

La industria del automóvil Japón en los 70 y los 80 fue la primera en robotizar masivamente la cadena de montaje y esto podría haber acarreado miles de despidos para reducir costos empresarios, pero ello no ocurrió porque la filosofía empresarial y económica imperante no era la del crudo liberalismo empresario de maximizar ganancias, sino que era otra.

 

En lugar de ello la industria japonesa otorgaba empleo de por vida a sus obreros y la robotización de la cadena de montaje genero una jerarquización técnico laboral de los recursos humanos, un aumento de producción y la productividad empresaria. Esto con el tiempo coloco estratégicamente a la vanguardia mundial a la industria automovilística japonesa, sin generar costos sociales ni despidos, teniendo en consecuencia una masa obrera más preparada, más comprometida con su empresa y mejor remunerada. 

 

Esto demuestra que el factor principal que gobernó los eventos no fue el factor tecnológico disruptivo sino que lo fue la política empresarial y su filosofía económica con una visión estratégica.   

 

Por ello no hay que temer a los avances científicos sino a la ideología política bajo la cual se insertan estos nuevos herramentales científico tecnológicos en la comunidad.  

 

Volviendo después de este ejemplo al campo de la salud, la mejor síntesis existente respecto al uso comunitario, solidario y en función del bien común que puede encontrarse respecto al uso de los avances científicos en este campo es aquella que dice: 

 

“De nada sirven las conquistas de la técnica médica, si esta no puede llegar al pueblo por medio de dispositivos adecuados” frase de Ramón Carrillo3, padre del Sanitarismo argentino, frase que formaba parte del corpus conceptual sanitario del justicialismo fundacional.

 

Lo peligroso, lo grave no son los revolucionarios periodos disruptivos de la ciencia con todo el bagaje del herramental tecnológico anexo que traen aparejado, sino que lo más importante es el marco ideológico, político y filosófico que lo regula y administra. 

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