Patagonia | 7 ago 2023
⚡️ ¿Hipotecando el futuro energético argentino?
Puede parecer absurdo el título, dado el escenario de bonanza que significa la explotación a gran escala del mega yacimiento de Vaca Muerta1, potenciado eso con el gasoducto recientemente terminado y otras infraestructuras prontas a concretarse, que facilitarán el masivo reemplazo del gas importado y el posicionamiento de Argentina como exportador de hidrocarburos, y por supuesto, brindar acceso al gas natural a mayores áreas de nuestro territorio.
A esas auspiciosas concreciones, se le agregan otros importantes yacimientos que en el corto o mediano plazo pueden sumar capacidades adicionales de producción de hidrocarburos, como el de Palermo Aike, en Santa Cruz, la explotación off shore (mar afuera) relativamente cerca de Mar Del Plata, y el listado no se agota.
Nada menos que pasar de importador neto de combustibles, a exportador con ofertas firmes factibles de concretarse a largo plazo.
Pero utilizando el viejo refrán hispano de “una de cal y una de arena”, puede afirmarse que, siempre analizando el Sector Energético Argentino, también hay motivos para provocar mucha preocupación, si se analizan las aceptaciones aparentemente sin las necesarias precauciones o salvedades, de las imposiciones con carácter de compromisos de tipo imperial, supuestamente obligatorios, del Acuerdo de París y de la Agenda 20302, ambas en lo referente a la promoción a ultranza de las poco eficientes, costosas y falsamente “limpias”, energías eólica y solar.
Tal como expresé antes, las imposiciones de esos instrumentos multilaterales, puede afirmarse que revisten carácter de herramientas relativamente sutiles de políticas neo colonialistas, expuestas bajo el ropaje de acciones para mitigar el cambio climático, tema sobre el cual se machaca a diario, presentado como una verdad absoluta y por ello pretendidamente indiscutible.
Esas imposiciones, de claro corte neocolonialista, apenas disimuladas, son fogoneadas por el Bloque Atlantista, por medio de sus múltiples entes (políticos, financieros, Fundaciones, ONGs “ecologistas“, etc.). Ese bloque está integrado por la mayoría de las naciones muy desarrolladas (EEUU, Canadá, la Unión Europea) y algunos socios ideológicamente afines, como Japón, Corea Del Sur, Australia y algunos más. No por casualidad entre ellas están la mayoría de las principales causantes de la polución a escala mundial, pero a los subdesarrollados y a los medianamente desarrollados (como Argentina), nos imponen medidas draconianas3, bajo la excusa del calentamiento global, y complementado con asistencias crediticias para las instalaciones masivas de eólicas y solares.
Las potencias de primer orden, y las de considerables importancias regionales (como China, Rusia, India, Arabia Saudita, entre otras), hacen caso omiso de esas presiones del Bloque Atlantista, no permitiendo que se inmiscuyan en sus políticas energéticas nacionales. Y el caso de China es notable, pues como Energías Complementarias, instala eólicas y solares (siendo también fuerte exportador de esos equipos), pero asegura su enorme mercado interno, con Energías de Base, invirtiendo masivamente en centrales nucleares, grandes hidroeléctricas, y usinas termoeléctricas movidas con gas natural, petróleo y carbón, disponiendo de masivos volúmenes de los dos primeros, provistos por Rusia.
Por su parte, EEUU pasó a ser exportador de gas, y sigue utilizando masivamente hidrocarburos (pero predica “ambientalismo”), y energía nuclear, como bases para abastecer su enorme mercado interno.
Un dato que los fundamentalistas del ecologismo cavernario ocultan, es que tanto Europa como EEUU no construyen más centrales hidroeléctricas -no por ser “tecnologías obsoletas”, como mienten los ecoterroristas-, sino por la simple razón que ya tienen funcionando prácticamente todas las que permiten sus redes hidrográficas. En castizo simple, no les quedan lugares para más usinas hidroeléctricas.
El fracaso y las limitaciones de las “renovables sesgadas” eólicas y solares, quedó patente en Europa, continente sediento de Energía de Base, de la cual no se autoabastece. España y Alemania fueron posiblemente los dos países de la UE, más afectados por las presiones del ultra ecologismo, invirtiendo masivamente en eólicas y solares, energías intermitentes y costosas, que como tales no pueden reemplazar a Energías de Base, como la nuclear y la termoeléctrica.
Pese a la contundencia de la realidad energética de Europa, que demuestra las limitaciones prácticamente insalvables de las falsas “soluciones” de las muy promocionadas eólicas y solares, a Íbero América y a África, nos presionan para imponerlas -y vendernos equipos, en competencia con China y EEUU-, mientras que las ONGs “ecologistas” y los “medios especializados” que operan en sintonía con esos intereses creados, omiten precisar los costos reales de esas energías, así como las múltiples contaminaciones que esas falsamente “limpias” energías ocasionan.
En Argentina, en particular, sería muy necesario conocer con precisión los reales costos de las energías eólica y solar, las que solo pueden ser viables bajo una maraña de subsidios, exenciones y diferimientos impositivos, así como el abusivo privilegio de tener absoluta prioridad para despachar (vender) sus energías, sin importar que sean más caras que otras energías que estén disponibles.
Además, cuando se comenzó a promocionarlas al como sea, se argumentó que se favorecería a la industria nacional, argumento prontamente olvidado cuando se impulsaron y promovieron masivas importaciones de equipos eólicos y solares.
También existen densos silencios, a la hora de explicar como se desguazarán esos equipos al término de sus comparativamente breves vidas útiles, omitiendo por caso los serios problemas de España, para deshacerse o reciclar las enormes paletas de sus molinos eólicos, o que hacer con los paneles solares transformados en costosas chatarras de complicados tratamientos finales (vidrios astillables, paneles metálicos inservibles y eventualmente tierras raras nocivas) que eviten contaminar los entornos de sus emplazamientos.
Otro tema omitido para evaluar los costos reales de eólicas y solares, es considerar las ampliaciones de Redes de Transporte y Distribución, que llegan a tener sobrecargas en determinados horarios y disponibilidades ociosas masivas fuera de esos horarios de picos de producciones, muy acentuados en el caso de la energía solar.
Y como es notorio (pero desconocido para no especialistas en Energía), los promotores a ultranza de eólicas y solares, nada dicen ante las concretas amenazas de padecer cuadros de pobreza energética, por el doble efecto de la deficiente calidad de esas intermitentes energías, y por los altos costos de las mismas, que terminan impactando en las tarifas, o disimulados bajo cuantiosos subsidios que se cargan al presupuesto nacional.
No es casual, que los fundamentalistas de la ecología -en sintonía con las imposiciones y/o “sugerencias” del Bloque Atlantista-, carguen contra las Energías Hidroeléctrica y Nuclear, con cuyos bajos costos reales por kWh, sus muy bajos niveles de contaminación, y sus prolongadas vidas útiles, no pueden competir las “renovables” eólicas y solares.
MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos