martes 10 de diciembre de 2024 - Edición Nº2197

Soberanía | 29 ene 2024

por Elio Noé Salcedo 🪶

📚 Los efectos económicos de la guerra


En “El General Ausente”, libro que publicamos después de soportar esa larga guerra que fue el neoliberalismo a final del siglo XX y principios del XXI a partir del Consenso de Washington, escribimos muchas cosas que podríamos volver a repetir en esta nueva y trágica coyuntura nacional, y que vuelven a tener vigencia, a pesar de los años y de la democracia formal que supimos aceptar sin recibo de cargo…

 

Después de desoír las advertencias del general Perón, “hemos dejado pasar el tiempo”, y “los “super desarrollados” ya “se han lanzado a la conquista de sus carencias presentes”. Y por el apuro, saña y desparpajo que traen, al parecer, vienen también por sus carencias futuras.

 

¿No estaremos esta vez pagando nosotros los costos de la guerra de la potencia hegemónica, que no solo necesita nuestros recursos naturales en su mundo unipolar, sino también nuestros recursos financieros para conservar sus privilegios y sostener su guerra contra el mundo multipolar y más justo que aparece en el horizonte, de cuyo conflicto nosotros somos una de sus víctimas propiciatorias, más allá de nuestra neutralidad o particular alineamiento? No olvidemos ni por un momento que los mismos que concentran las finanzas internacionales y la economía mundial (al menos en Occidente), son los que manejan el negocio de la guerra.

 

Efectivamente, en la página 31 de “El general ausente” se puede leer: “Alguien podría pensar a esta altura que el tema de la guerra es anacrónico y no nos incumbe. Claro, eso es posible en un país que -a instancias de la moda “liberal” que arrasó todas nuestras conquistas materiales y espirituales-, paradójicamente, se siente parte del “actual mundo globalizado” (que nunca supimos cuestionar por quién y para quién), pero se olvida o disimula no saber que ese mundo vive permanentemente en guerra, como lo demuestran todas las acciones bélicas (y sus políticas agresivas), que a diario conocemos (y las que no conocemos) a través de los medios de comunicación masiva” o, en su defecto, se ocultan.

 

Hoy tenemos vivos ejemplos de esa guerra permanente en Ucrania, Yemén, Israel-Palestina y, para no ir tan lejos, en nuestro propio territorio de Malvinas, ocupado por una potencia extranjera, convertido progresivamente no solo en un enclave colonial sino en una fortaleza poderosa de la Organización Militar del Tratado Atlántico.

 

A propósito, y volviendo a referenciarnos en uno de nuestros más grandes líderes nacionales, en 1951, pocos años después de terminada la segunda guerra inter imperialista, Perón desarrollaba su teoría sobre la guerra, sus causas y efectos económicos. El 27 de septiembre de 1951, con el seudónimo de Descartes, Perón escribía en el diario “Democracia”: Cada guerra es un intenso y prolongado esfuerzo de muchos pueblos. Generalmente, su fin marca la iniciación de nuevos sacrificios para neutralizar los terribles efectos de la crisis que sobreviene. En el mundo contemporáneo, todos los países beligerantes o no, pagan su tributo a la guerra. Generalmente, la economía mundial adquiere características particularísimas en las distintas etapas de la guerra. La irregularidad y los hechos extraordinarios caracterizan a la economía de estos períodos”. ¿Cuáles son sus efectos?

 

El desequilibrio que el esfuerzo trae a la economía -razonaba Descartes/Perón- alcanza a todos los sectores de las naciones: los valores, las monedas y las finanzas en general sufren el impacto de los efectos de la alteración económica, y el mundo económico se transforma en un “río revuelto” (a veces provocado) y en “ganancia para los pescadores. Eso está ocurriendo en este mismísimo momento en América Latina y particularmente en la Argentina.

 

Todos nuestros países -constataba Perón-, aún los neutrales, han debido enfrentar, en la solución de sus problemas económicos, tan anómala como difícil situación, agravada por los males y unilaterales procedimientos de las poderosas economías dominantes”, sumiendo “al comercio de nuestros países con Europa, en la más difícil de las situaciones”. Esto es, “aparte del boicot y sabotaje ejercidos por medidas directas… los efectos del dumping contra nuestros productos en sus mercados internacionales”. Todas medidas de esa “guerra permanente” que sostiene el poder hegemónico en Occidente.

 

En efecto, toda esa época, como vuelve a ser la actual, porque están vigentes los mismos intereses, la misma guerra para los mismos fines y los mismos procedimientos de los poderosos, “ha sido una época caracterizada por la agresión económica contra nuestros países -más aún en la actualidad, que nos encadena a una fabulosa deuda externa, tomada para anarquizarnos, esclavizarnos y hundirnos-, donde la libertad de comercio ha sido un mito frente a la presión, el boicot sistemático y la prepotencia, en ocasiones disimuladas , que cerró los mercados históricamente tradicionales”.

 

Hoy ya no disimulan ni se esconden: los cierran por decreto, avalados por su resultado en las urnas que, valga decirlo de una buena vez, dicho resultado no es otra cosa que la suma de dos minorías derrotadas contra una mayoría ganadora en primera vuelta, dada la trampa del ballotage que inventó el propio neoliberalismo para burlar la voluntad popular.

 

Si de libertad se trata, sostenía Perón bajo el seudónimo de Descartes en 1951 en el diario “Democracia”, “los imperialismos son hoy los peores enemigos de la libertad de los pueblos y de los hombres” … “Las causas del noventa por ciento de las guerras que ha soportado la humanidad, han sido los imperialismos” … “Las guerras mundiales -o entre Estados, e incluso las guerras defensivas y/o de emancipación y contra los invasores del propio territorio- tienen sus causas en la existencia del imperialismo” … “Los imperialismos han hecho su política con la economía, o bien su economía con la política. Por eso el imperialismo económico termina dominando políticamente a los países que sojuzga, formando su imperio de amenaza, coacción y castigo económico” … “Cuando nosotros declaramos la independencia económica, concluía en general Perón, a la sazón Descartes- estábamos desmembrando un imperio”.

 

Por eso quieren desarmarnos.

 

Por eso quieren debilitarnos, quitándonos no solo nuestros recursos y bienes nacionales, sino la Política y el Estado, que son las herramientas principales que tienen los países semicoloniales para defenderse.

 

Por eso quieren destruirnos.

 

Por eso nos quieren arrebatar la historia y nuestra identidad.

 

Por eso no nos quieren Patria y Nación, sino solo mercado de esclavos y furgón de cola de los poderosos.

 

Elio Noé Salcedo

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