miércoles 30 de abril de 2025 - Edición Nº2338

Entrevistas | 14 jul 2024

“Los diez puntos” de LLA, ¿pacto o extorsión?


Por:
Hernando E Arias

En su discurso de la apertura de las sesiones ordinarias el Presidente dijo: “Quiero convocar a gobernadores y expresidentes el 25 de mayo en Córdoba para establecer 10 principios del nuevo orden económico”. Pero, dejó claro que la discusión de este temario estará sujeta a la aprobación de la Ley Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos y un nuevo Pacto Fiscal, que deberá ser remitido al parlamento próximamente. Según aclaró en sus palabras ante la Asamblea Legislativa, el objetivo de la discusión programática es “dejar atrás las antinomias del fracaso y abrazar ideas de la libertad con las diez políticas de Estado que el país necesita”. Entre otros aspectos que el Presidente señala como claves para “abandonar la senda del fracaso y comenzar a recorrer el camino de la prosperidad”. Al respecto, veo un plan muy contradictorio con la política que realmente “el país necesita”. Más bien considero una profundización de las políticas que se venían aplicando, fundamentalmente esto pretende el avance sobre las privatizaciones y la valorización financiera, lo que solo terminaría fortaleciendo al sector concentrado.

 

A continuación, describo los diez puntos del Pacto de mayo y mi opinión sobre sus consecuencias, que más bien profundizan el modelo implantado por la dictadura, que fuera fuertemente profundizado desde el menemismo hasta hoy. Mi análisis punto por punto, aunque en forma sintética, es el siguiente:

  • El equilibrio fiscal innegociable.

El tema del equilibrio fiscal es un tema expost, es decir un resultado, como reflejo posterior a toda política derivada del aspecto fiscal, financiero, etc. Pero este pretendido “equilibrio”, no es más que un ajuste que no tiene como fin una mejora económica, al contrario, la empeora.

 

Además, el ajuste afecta el aspecto funcional de la economía. Es decir, puede haber equilibrio fiscal con mejoras de la economía, pero con un correlato de cierta evolución en términos de otras variables macroeconómicas. Por el contrario, con la monopolización de los servicios esenciales y tarifas dolarizadas, con una pésima distribución del ingreso, un país con infraestructura en estado desastroso, tal como ocurre hoy, el ajuste empeora mucho más la actual situación. Por otro lado, el déficit, es una cuestión nominal, no es un problema si la economía crece, pues se puede corregir, pero si el déficit es estructural, producto de las malas políticas (como ahora), y si la regla es reducir el déficit, “desregulando” la economía, sin una la correcta administración de los recursos en función de las demandas insatisfechas que se derivan de la reproducción socioeconómica, “el equilibro”, de carácter forzoso como aplica el gobierno, implica un proceso de estanflación, muy perjudicial para la estabilidad de su sistema monetario y la economía en general. Echo que ya se refleja en la suba del dólar.

  • La reducción del gasto público a niveles históricos, en torno al 25% del Producto Bruto Interno.

Toda reproducción del producto implica siempre un mayor gasto, el cual es mejor que sea en moneda nacional, y no con endeudamiento como consecuencia del ajuste. La emisión asociada a una tasa de interés que impulse la industrialización y el empleo, debe asociarse a un gasto derivado de una política fiscal planificada en función de la matriz de inversión, tanto en infraestructura como en capital productivo, todo en vista de un pleno empleo y un incremento de la recaudación.

 

Es decir, el gasto no es “estático” ni tiene un fin de resultado abstracto, incluso la emisión monetaria, siempre que sea un correlato del crecimiento del producto en términos de señoreaje. Señoreaje que a su vez debe asociarse a la matriz de inversión en correlato con el pleno empleo, contemplado en el multiplicador Keynesiano. Si reduzco el gasto sin contrapartida de inversión, ni señal de mejora en la economía real, y elevo las tarifas de servicios públicos, al no generar excedente derivado el producto interno, el déficit se vuelve estructural y aumenta el endeudamiento externo. Obviamente, el país se torna inviable.

  • Una reforma tributaria que reduzca la presión impositiva, simplifique la vida de los argentinos y promueva el comercio.

Una reforma tributaria asociada a un modelo sin patrón de crecimiento económico, implicaría una matriz distributiva regresiva y socialmente excluyente.

  • La rediscusión de la coparticipación federal de impuestos para terminar para siempre con el modelo extorsivo actual.

Asociado a los dos puntos anteriores, dada la corrupción y la polarización política de Buenos Aires, con el actual modelo, sin la planificación económica, ni visión multipolar de coparticipación asociada a una política territorial de desarrollo equitativo y sostenible, nunca tendríamos una verdadera política federal de coparticipación. 

  • Un compromiso de las provincias de avanzar en la explotación de los recursos naturales del país.

Obviamente, con provincias desconectadas de las fuentes energéticas, con un modelo agroexportador y un extractivismo (a declaración jurada) con un fuerte sesgo de extranjerización (a costo prácticamente nulo), no solo dejamos nuestra principal fuente de divisas en manos del capital foráneo, amén del creciente pasivo ambiental, sino que además nos deja un país sin futuro.

 

  • Una reforma laboral moderna que promueva el trabajo formal.

 

Si bien es cierto que la necesitamos, pero para ello también necesitamos una política reguladora y de inversión que fortalezca las cadenas de suministro de la industria que potencie el pleno empleo, con una política reguladora asociada a un mejor nivel de ingreso de las familias. A contramano de esto el gobierno, en su modelo de “capitalismo anárquico” hace todo lo contrario. Sin un impulso a la creación de valor agrado nacional, no puede haber crecimiento económico, ni creación de empleo, mucho menos de empleo formal.

 

  • Una reforma previsional que le dé sustentabilidad al sistema, respete a quienes aportaron y permita, a quienes prefieran, suscribirse a un sistema privado de jubilación.

 

Con el brutal ajuste que se lleva adelante y un modelo regresivo, no puede haber sustentabilidad previsional. Mucho menos con una industria en decadencia y un modelo asimétrico de acumulación que excluye a las Pymes, principales generadoras de valor agregado y empleo. Sin crecimiento, no habrá creación de excedente económico que permita financiar los futuros jubilados.

  • Una reforma política estructural que modifique el sistema actual y vuelva a alinear los intereses de los representantes y los representados.

¿Qué política estructural propone? ¿El anarco-capitalismo? Entendiendo que los representantes (la casta) deben representarnos a nosotros (supuestamente los representados). Con la enorme concentración y centralización de la riqueza, teniendo presente que la principal bandera de este gobierno es la desregulación (sinónimo de anarquía y descontrol), solo se favorecería al sector concentrado. A su vez, la reducción del Estado ya genera un daño estructural, pues atenta contra el principio de subsidiaridad, fundamentalmente en su función logística a los factores de la producción, salud, educación, seguridad, etc. Sin una política pro-Estado que modifique este injusto modelo, no tendremos un país viable, mucho menos un cambio estructural a favor de la casta que apoya este gobierno.

  • La apertura al comercio internacional, de manera que la Argentina vuelva a ser una protagonista del mercado global.

Con una Argentina degradada en infraestructura y servicios logísticos, una industria desprotegida, castigada por la usura y la especulación financiera, nunca podríamos ser competitivos. Sin inversión en infraestructura ni política industrial sería imposible una balanza comercial positiva. Sin plan industrial no produciríamos ni exportaríamos productos de valor, ni tendríamos inversión extranjera en capital productivo; solo inversiones especulativas que buscan ganancias rápidas, o aquellas como las mineras que invierten para llevarse gratuitamente nuestras riquezas.

  • La inviolabilidad de la propiedad privada.

Si bien este punto estaba primero, lo ubiqué a lo último pues es el corolario de quienes se llaman representantes, que quieren asegurar a las minorías que se beneficiarían con esta política.

 

Si un país viene de blanqueo en blanqueo (de capitales), transformando la emisión monetaria en señoreaje financiero, y solo favoreciendo a los sectores concentrados, situación que se ve agravada por el descontrol del sector externo, favorable al saqueo de nuestros recursos, motivo por el que siempre tendríamos un déficit estructural. Sin el control de los recursos que deberían ser considerados estratégicos para nuestra Nación, al menos para la entrada de divisas, sin corregir la corrupción, si “la libertad avanza” con la desregulación, solo se continuaría con el conocido cóctel patológico que viene afectando al país: fuga de capitales y creciente endeudamiento.

 

Obviamente, en un marco de anarquía y un terreno ávido a las finanzas especulativas, este pretendido “pacto” no es más que la continuidad del modelo perverso de acumulación por exacción económica y financiera que nos instauraron, solo falta legitimar y asegurar “la propiedad privada” de los beneficiarios de este régimen de acumulación.

 

Si el modelo libertario es “engrandecer la Patria” favoreciendo a los grupos de siempre, sin un plan que solucione los verdaderos problemas económicos que vive el país, creo que nos va ir muy mal. En ese contexto, no hay ni hubo país en el mundo que pueda progresar sin Estado que la constituya. Por otro lado, la propuesta de este modelo de “libertad”, al eliminar el Estado como poder compensador de las asimetrías, prolongaría el modelo de exacción financiera y económica que sufre el país, agravando el proceso de decadencia.

 

Ante el reciente anuncio de Milei y Caputo que el lunes se inicia una política de “emisión cero” y “peso recontra-escaso”, entre sus dichos en Infobae: “vamos a recrudecer la política monetaria”. El dólar es un precio más de la economía. Que suban el dólar y los precios significa que el dinero vale menor. Si cierro todos los grifos de emisión se acabó el problema. Cerramos todos los grifos de emisión: el déficit fiscal, los pasivos remunerados, el miércoles cerramos el gripo de los puts y vamos a cerrar el grifo del sector externo. Vamos a hacer que el peso sea recontra-escaso”... Yo calificaría de grave, pues, para empezar, el tipo de cambio, no es un bien, es el precio de la moneda extrajera en términos nominales, económicamente es el reflejo del problema de los precios relativos que muestran las ineficiencias económicas. Además, teniendo en cuenta que la estafa de los pasivos remunerados no desaparece, si el gobierno cierra “los grifos”, dada la tasa de interés interna altísima y un déficit estructural persistente, con tarifas monopólicas atadas al tipo de cambio, los altos costos sociales asociados a la degradación de los salarios, con el envilecimiento del sistema monetario y financiero, esta política terminaría generando una situación insostenible.

 

Para terminar, diría al señor presidente que, liberalizar y desregular, y peor aún, perder la soberanía monetaria, no nos lleva al camino de la libertad y la prosperidad, más bien nos lleva a la categoría de país periférico-dependiente, proveedor de recursos baratos al capital extranjero, con gran parte del pueblo sumido en la pobreza.

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