Análisis | 2 oct 2024
Simón Bolívar, el pensamiento europeo y la cuestión nacional latinoamericana
Un análisis del texto de Marx sobre “Bolívar”, publicado en 1858 por el New York Daily Tribune para “The New American Cyclopedya”. Por Elio Noé Salcedo
Elio Noé Salcedo 🪶
DESCARGA DEL ANÁLISIS (PDF)
¿Cuál podría ser el propósito y utilidad política o intelectual de escribir un ensayo que sustenta su desarrollo en las apreciaciones de Carlos Marx -una de las máximas expresiones del pensamiento europeo-, sobre uno de nuestros más grandes políticos y militares latinoamericanos del siglo XIX? Sin duda, llama nuestra atención la definida posición del pensador alemán contra uno de nuestros Libertadores continentales, aunque nos permite ver también, hasta qué punto, Marx y el marxismo en general (como todo el pensamiento europeo), antes de su revisión o nacionalización por parte de los propios latinoamericanos, estaba anclado al pensamiento eurocéntrico en general, para nada propicio a los hispanoamericanos ni a la lucha por la Independencia y la Unidad de la propia Patria Grande, bandera que sigue teniendo absoluta vigencia si queremos formar parte como Comunidad del mundo que viene.
Tal vez la comprensión o esclarecimiento del texto de Marx sobre “Bolívar” publicado en 1858 por el New York Daily Tribune para “The New American Cyclopedya”, nos lleve a aceptar, asumir y reafirmar, dadas las graves y caóticas circunstancias que vivimos en Occidente y sobre todo en la Argentina y en toda América Latina, la necesidad de recrear, adoptar y/o sostener un pensamiento propio y apropiado a la realidad política, económica, social y cultural que padecemos actualmente tanto a nivel local como continental, de la cual no parecemos ser enteramente conscientes.
Claro, en principio, esta concepción o visión de América tenía varios fundamentos: 1) En general, el desprecio de Europa a todo lo que no fuera Europa y al desconocimiento de América como parte de la Historia Universal; 2) El desconocimiento e ignorancia y, por lo mismo, la incomprensión (y omisión en general) de América Latina por parte del marxismo europeo y eurocéntrico, empezando por su propio fundador; 3) La formación, actitud, ignorancia e incomprensión (a diestra y siniestra) de los propios intelectuales, académicos y políticos latinoamericanos respecto a nuestra propia realidad.
Digamos en ese sentido, que si a Hegel -uno de los más grandes filósofos de Europa- se le antojaba que en América no había historia sino pura naturaleza, y por su parte el marxismo desconocía por parte de sus progenitores nuestra cualidad de sujetos de la historia en el mismo plano e importancia que el proletariado y la burguesía europea (sin ser ni uno ni otra), del mismo modo, Borges -uno de nuestros más grandes escritores- se le ocurría que América Latina no existía o, en realidad, éramos europeos en el destierro.
En su estudio sobre la enajenación y nacionalización del socialismo latinoamericano (2010), al preguntarse ¿por qué Marx ignoró a América Latina?, si bien Roberto A. Ferrero coincide en afirmar que “hubo una ignorancia y un desinterés total, y subsidiariamente, una incomprensión teórica de la realidad latinoamericana en los aspectos que muy al pasar” Marx y Engels tocaron en ocasiones, también explica que esa incomprensión “se sustentaba en una doble raíz: primera, la influencia de la opinión pública inglesa y europea en general”, y segunda, “la herencia de la concepción hegeliana de los “pueblos sin historia”, asimilada por ellos sin crítica alguna”.
A propósito, dice Jorge Abelardo Ramos: “Como en los tiempos de Hegel, los pensadores de Europa, Marx entre ellos, consideraban a América Latina como un hecho geográfico que no se había transmutado todavía en actividad histórica”. Dichas consideraciones, completaba Ramos, “estaban sin duda imbuidos por la tradición antiespañola prevalecientes en Inglaterra, donde vivía Marx, y por el común desprecio europeo hacia el Nuevo Mundo…”. El desconocimiento de Marx de la realidad americana se demuestra de una manera patente en el escrito sobre “Bolívar” de 1858, y a caballo de dicha ignorancia y/o de sus prejuicios europeos, se pone del lado equivocado de nuestra historia.
Como dice Roberto Ferrero, “sabido es que Marx y Engels vivieron y pensaron en una época caracterizada por el desenvolvimiento hegemónico del capitalismo europeo, la constitución estatal de las últimas naciones burguesas del Viejo Continente, y el triunfo definitivo de la visión racionalista y laica del mundo sobre las concepciones mágicas y religiosas propias del Medioevo. Esta especificidad de la realidad en que vio la luz el marxismo determinó su especial visión eurocéntrica del desarrollo histórico…
Por eso en América, el marxismo cosecharía lo que había sembrado, a excepción de aquellos que, haciendo honor a lo mejor del pensamiento crítico, revisarían al propio padre del socialismo y nacionalizarían sus teorías, para adaptarlas, de resultar útiles, a la realidad latinoamericana. Esa fue la tarea que realizó el socialismo nacionalizado, socialismo criollo o socialismo patriótico, representado en la Argentina (y luego también en Chile, Bolivia, Uruguay y Brasil) por la corriente de la izquierda nacional, que realizaría una correcta interpretación de la acción y visión bolivariana y de la verdadera tragedia histórica que la derrota material e intelectual de nuestros Libertadores deparó a Nuestra América, derrota que no hemos logrado revertir todavía.
Por ello también, como dice Roberto Ferrero en “Revisando desde la Periferia” (2024), “la teoría de la Cuestión Nacional Latinoamericana es obra de los latinoamericanos, especialmente de Jorge Abelardo Ramos y el chileno Raúl Ampuero Díaz”, síntesis de un pensamiento nacional y revolucionario que, a falta o defección de otros -y ante la grave situación de recolonización a la que estamos condenados por nuestros propios errores u omisiones-, debemos rescatar y revalorizar para las nuevas generaciones, so pena de sucumbir ante la falta de una teoría que nos permita enfrentar, una vez más, y esta vez con éxito, el mundo que nos llega.
Ese pensamiento nacional y latinoamericano -lejos del socialismo enajenado; del progresismo inclinado a modas globales; de un nacionalismo elitista y antilatinoamericano; y/o de un liberalismo irracionalmente alineado con el capitalismo salvaje-, ha planteado soberanamente, como lo hicieron nuestros Libertadores, “el derecho de la nación dividida a unirse y organizarse bajo un solo Estado”, y no a aceptar trágicamente nuevas divisiones o seguir dividiéndonos en nuevas tribus, razas, repúblicas o naciones en el seno de nuestra Patria Grande o Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños. Dicha postura la avalan a lo largo de nuestra historia todos los intentos por conseguir ese derecho nacional continental, registrado por el pensamiento nacional latinoamericanos en obras como “Historia de la Nación Latinoamericana”, de Jorge Abelardo Ramos.
Anticipemos que, en el texto del pensador alemán que analizamos, todo el esfuerzo emancipador y a la vez unificador del Libertador Bolívar queda reducido a su ambición personal de poder. De tal apreciación -sobre todo viniendo de una fuente reconocida del pensamiento “universal”-, surge a nuestro entender, el reduccionismo, simplismo y subjetivismo del pensamiento marxista y del pensamiento europeo en general que traspasará el Atlántico y que llega hasta nuestros días salpicando con sus incongruencias la incomprensión de la realidad latinoamericana.
Por ello, además, la necesidad de su nacionalización, bien planteada y desarrollada por Roberto A. Ferrero en “Enajenación y nacionalización del socialismo latinoamericano”. Allí Ferrero realiza un verdadero análisis del estado de esa enajenación y una crítica superadora de ella, solo posible con la nacionalización del socialismo, o lo que es lo mismo, con la nacionalización y desacralización definitiva del marxismo en su versión panfletaria, ortodoxa y eurocéntrica, lo que necesariamente exige complementariamente la resolución de la “cuestión nacional latinoamericana”, todavía inconclusa, pues de no resolverse, como diría el general San Martín, “no seremos nada”.
Nuestro propósito, sin desconocer el aporte del marxismo al pensamiento histórico, político y económico europeo, e incluso a la “cuestión nacional” de los países “periféricos”, una vez descubierta la existencia de países opresores y países oprimidos y el carácter colonial del capitalismo europeo, va en sentido contrario al que -provenga de donde provenga (a derecha e izquierda del espectro ideológico)-, nos niega a los latinoamericanos como verdaderos sujetos de la historia y nos ubica solo como meros objetos de explotación o especulación teórica.