Análisis | 22 feb 2020
Una Mirada latinoamericanista
La segunda independencia nacional solo se consolida en la Patria Grande
Si alguna certeza tuvieron desde siempre, los distintos signos coloniales e imperiales en América Latina, fue la necesidad de dividir, fragmentar y balcanizar los diferentes pueblos de una Patria única, constituyendo pequeños feudos, llamados países, manejables por los intereses económicos y políticos que sometieron por la fuerza, cualquier intento de soberanía, levantada por los líderes populares.
Fue una constante desde la invasión, llamada “descubrimiento”, que fue la antesala del genocidio de los pueblos que habitaban desde miles de años estas tierras. La muerte constituyó el mecanismo del saqueo en la primer fase de la conquista. La segunda, la de los gobernadores, hacia la explotación de sus recursos, esclavizando a los indígenas sometidos, mediante la encomienda y la mita. La tercera la consolidación del poder aristocrático, de comerciantes, traficantes, burocracia, contrabandistas y negreros, mediante la institucionalización de los Virreynatos. El Puerto de Buenos Aires fue su mejor expresión.
El siglo XlX determinó la presencia del Imperio inglés hegemónico, tanto en lo económico como en lo político, cooptando las capas dirigenciales hacia sus intereses y eliminando cualquier intento de los movimientos populares, federales, asesinando sus caudillos provinciales y consolidando un relato histórico, que pervive hasta nuestros días, liderado por el mitrismo, justificador de los genocidios de la historia, enterrador de la verdad y deteriorador embalsamando las figuras de nuestros Padres Fundadores: San Martín, Artigas y Bolívar, como así también de todos aquellos revolucionarios populares que lo combatieron por la Liberación.
El siglo XX determinó que las dos grandes guerras mundiales, generasen nuevos actores internacionales, variando los intereses de nuestra región hacia EEUU, que emerge de los conflictos fortalecido, iniciando una guerra fría con la URSS en aquellos tiempos, que deja a América Latina, sumergida en un conflicto que no le pertenece, como marca Perón con su Tercera Posición Internacional, que después se consolida, con el Líder ya fuera del poder, en el Movimiento de Países del Tercer Mundo. Se seguía consolidando la balcanización de los países de la Patria Grande, soñada por los pensadores, filósofos y revolucionarios latinoamericanos, ocultados por la historia oficial.
Sin embargo, un proceso inédito de configuración emancipadora, en el marco de la democracia de los países latinoamericanos, con la caída de la lógica neoliberal por la reacción de los pueblos, ante la sumisión, el sometimiento, la represión, además de la marginación y exclusión social de las mayorías populares, produce la recreación de la patria Grande a través del UNASUR, promovido en primera instancia por Néstor, Lula y Chávez, a los cuales se van sumando Evo, Lugo y Correa, que consolidan una idea común de Bloque, desde el cual recuperar soberanía de la región, impidiendo su saqueo en recursos naturales y su manipulación política por parte de los ejecutores imperiales: los medios hegemónicos de difusión, los Fondos Buitres internacionales y una Justicia corrupta guionada por el poder imperial.
Se rearmó entonces la contra ofensiva de los intereses concentrados, ante el “agravio” producido por un largo período, de casi 17 años, de una nueva conciencia nacional americana, mestiza, morena, criolla, profunda y combativa que con herramientas de lucha soberana como el UNASUR y el BRICS, se abrió al mundo Multipolar, desde una unidad inédita desde el siglo XVlll, que permitió recuperar identidad latinoamericana compartida.
No podía permitirlo el enemigo imperial, sin que esta frase signifique tener una visión conspirativa de la historia, pero ahí está los miles de cadáveres producidos por esas políticas expansivas que EEUU ha producido desde el inicio mismo de su revolución, ocupando casi la mitad de México por la fuerza, hoy California, Texas y San Francisco. De ahí en adelante cada país de la región recibió el agravio por invasiones o golpes de estado militares, alentados por civiles cipayos colonialistas de cada país, que no dudan en atar sus negocios a los intereses imperiales.
Por esa razón no son ciclos los que dominan el panorama político, son acciones de los pueblos y reacciones del poder hegemónico, con apoyo extranjero. Lo fue con Artigas luchando contra el Puerto de Bs.As. y los portugueses alentados por Alvear. Le sucedió a Rosas invadido por los brasileños de la mano de Urquiza Jefe de los ejércitos federales, traicionando su mandato. A Irigoyen y Alvear los traicionaron de la mano de la reina inglesa y a Perón desde Churchill a EEUU, en 1955. Siempre el mismo objetivo: impedir la consolidación de la Patria Grande.
Así asesinaron a Eliecer Gaitan en Colombia, Arbenz en Guatemala, Sandino en Nicaragua, Pancho Villa en México, Allende en Chile y sigue la lista con perseguidos y eyectados del poder a través de invasiones e intervenciones “humanitarias”, como sucede hoy en Haití o con los bloqueos criminales, que hambrean a los pueblos a que son sometidos Venezuela, Cuba y Nicaragua.
Entonces la Argentina deberá definir su destino: Patria o Colonia, la misma disyuntiva desde el inicio mismo de los tiempos, sintetizado en la frase consigna Liberación o Dependencia. Parecerá anacrónico y ahistórico el planteo, pero el enemigo, con su cultura dominante neoliberal de los últimos 45 años, adormeció las conciencias y nos hizo naturalizar cuestiones que eran propias de nuestro ser nacional, como el patriotismo, la solidaridad, el futuro compartido, la justicia social, la independencia económica y la soberanía política, que hoy parecen más recitados de viejas canciones, que utopías a lograr.