
Análisis | 22 oct 2020
La Cancillería de Solá, un refugio de ex aliados
La renuncia de Alicia Castro como embajadora argentina en Rusia puso la lupa sobre la política exterior del gobierno de Alberto Fernández. Un Ministerio manejado por un político de raza que funciona como guarida de quienes supieron ser socios de Sergio Massa y Florencio Randazzo.
Laura Funes
“Quiero presentar mi renuncia como embajadora, porque no estoy de acuerdo con la actual política de Relaciones Exteriores”. Con estas palabras, y antes siquiera de poder pisar suelo ruso, Alicia Castro, decidió dimitir del cargo al que había sido designada por decisión, no de Alberto Fernández, sino de Cristina Kirchner.
La decisión de Castro, quien durante diez años fue la representante de Argentina en Venezuela y Reino Unido, tuvo que ver con el acompañamiento de nuestro país a dos resoluciones del llamado Grupo de Lima, que condenaron violaciones a los Derechos Humanos en la República Bolivariana que hoy conduce Nicolás Maduro.
“No podría seguir instrucciones de Cancillería que no comparto y que considero reñidas con el interés de la Nación. Quiero actuar con responsabilidad y transparencia; que nadie se preocupe o perjudique por mis declaraciones, ni conocer preocupaciones en off por los medios de prensa comerciales”, señaló la exembajadora en su carta de renuncia.
Las palabras de Castro no sólo generaron ruido dentro del Gobierno nacional -y por ende en el seno del Frente de Todos, espacio que aseguró no abandonará- sino que pusieron bajo la lupa la política actual en materia de Relaciones Exteriores y, en especial, el rol de su ministro Felipe Solá.
Es que el ex gobernador de la provincia de Buenos Aires y diputado nacional tiene nulos antecedentes en el área. Sí, es cierto que fue durante seis años secretario de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos de la Nación, un cargo para nada menor; pero su perfil es netamente político, tal como el resto de quienes integran su unidad en la Cancillería.
En diciembre de 2019, con el cambio de Gobierno, Solá nombró como su jefe de Gabinete a Guillermo Justo Cháves, uno de los integrantes del llamado “Grupo Callao”, que supo estar integrado por distintos referentes que acompañaron la candidatura de Florencio Randazzo como senador nacional en 2017. Fue justamente Alberto Fernández quien ofició de jefe de campaña del exministro de Transporte de la Nación.
La última jugada política que se le conoció a Cháves ocurrió ese mismo año, al encabezar la nómina de diputados provinciales por Cumplir, el espacio que fundó Randazzo para pelearle la banca a Cristina Kirchner y Esteban Bullrich.
Bajo el ala de Solá, también fue designado Fernando Asencio como subsecretario de Asuntos Nacionales. El matancero ocupaba una banca en el Concejo Deliberante en representación del Frente Renovador cuando en 2018 asumió en la Cámara de Diputados de la Nación tras el fallecimiento del sindicalista Alberto Roberti.
En octubre de ese año, Asencio fue uno de los diputados que, comandados por Solá, abandonaron el bloque del Frente Renovador para conformar “Red x Argentina”, un espacio que ya coqueteaba con una alianza con el kirchnerismo de cara a lo que serían los comicios de 2019.
Esta nueva bancada también estaba integrada por la diputada nacional Silvia Horne, quien casualmente fue nombrada como directora de Asuntos Parlamentarios, área que depende de la subsecretaría de Asuntos Nacionales que comanda Asencio.
Bajo la misma estructura funciona la Dirección de Asuntos Nacionales, actualmente liderada por Daniel Bolettieri, ex intendente de Almirante Brown. Su última aparición en la política fue en las elecciones de 2017, cuando intentó ingresar como concejal por 1País, la alianza que Sergio Massa forjó por entonces con Margarita Stolbizer, pero no logró llegar al piso para ingresar.
Completa la unidad del Canciller la subsecretaria de Asuntos Legales e Institucionales, María Inés Monzó. Si, la hermana de Emilio, ex presidente de la Cámara de Diputados de la Nación y uno de los principales aliados políticos de Mauricio Macri.
La joven funcionaria fue, durante doce años, la secretaria de Legal y Técnica del Ministerio de Interior –primero en la gestión de Florencio Randazzo y luego en la de Rogelio Frigerio-. Más tarde, llegó a la Cancillería. Cuando asumió Solá, la convocó a una reunión y le pidió que continúe en el cargo.
Pero el Canciller no sólo se limitó a poner gente de su confianza bajo la unidad que conduce, sino también en otras e importantes áreas. Por caso, designó como secretario de Coordinación y Planificación Exterior a Rodolfo Martín Yañez, su principal asesor como diputado nacional.


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