
Entrevistas | 25 jun 2021
CUESTIÓN MALVINAS
La seducción, una política diplomática muy actual de sumisión
Una vez más tuve la oportunidad de conversar con el embajador y diplomático Guillermo Rossi, que durante más de 40 años trabajó para el servicio exterior argentino, llegando a ser subdirector general de Malvinas y Atlántico Sur en la Cancillería de 1997 a 2010, para hablar de la "política de la seducción" que implementó el gobierno de Carlos Saúl Menem durante sus dos periodos presidenciales, las características principales que nos permiten diferenciarlas de otras políticas diplomáticas, su nocividad y la importancia de su conocimiento y divulgación, en aras de combatir sus resabios en las políticas diplomática del pasado reciente y actuales.
En algunas ocasiones se pretendió vincular la llamada "política de seducción" que intentó aplicar el entonces Canciller Guido Di Tella en los años 90´, y que tuvo el periodo más crítico entre los años 92´y 96´, con los llamados "Acuerdos de Comunicaciones" que rigieron entre 1971 y 1982. Pero no son comparables en los absoluto, porque desde julio de 1966, hasta febrero de 1982, Argentina y Reino Unido (RU) dieron cumplimiento a la Resolución 2065/XX, y mantenían negociaciones sobre soberanía -mas allá de si esas negociaciones dieron o no resultado, o su balance-.
Solamente quiero recordar un detalle, por comparación, para que analicemos la supuesta impaciencia militar cuando decía `hemos negociado dieciséis años y no obtuvimos nada y entonces ahora vamos por otro camino´. Solamente para comparar, quiero recordar que cuando España estaba en las negociaciones para incorporarse a la OTAN y lo que ahora es la Unión Europea, España y el RU firmaron en noviembre de 1984 un tratado bilateral que se conoce como Protocolo de Bruselas, que tiene una ventaja jurídica sobre nuestra Res. 2065: las resoluciones de la Asamblea General (AG) son recomendatorias y el Protocolo de Bruselas es un tratado que tiene carácter vinculante. Pero, a pesar de ese instrumento, hace casi 37 años que negocian, y no se puede decir que la negociación haya terminado o solucionado la disputa entre ellos. A pesar de que hablamos de dos aliados en la más grande alianza militar que conoce la historia (OTAN), y que hasta no hace muy poco tiempo fueron socios comerciales y comunitarios por más de 30 años. Con todas esas ventajas, los españoles siguen negociando por Gibraltar.
Cuando se adoptaron los Acuerdos de Comunicaciones, que consistieron en que la Argentina intervendría en la vida diaria de las Islas: construimos la pista de aterrizaje, desarrollamos vuelos regulares a las islas desde Comodoro Rivadavia, la dirección General de Antártida y Malvinas compró un barco y mantenía comunicaciones marítimas con las islas, concedíamos becas sobre todo a estudiantes secundarios de la islas, enviamos maestras bilingües, se proveyó de gas licuado. Pero la diferencia es que estas medidas de acercamiento se hicieron en el marco de negociaciones de soberanía, y, en segundo lugar, por acuerdo bilateral entre Argentina y el Reino Unido para "ganar la cabeza y los corazones de los isleños" -decían los británicos-, y tenían un sentido coherente y a largo plazo, en un marco general de situación que no fue lo que pasó en los 90´.
La política de seducción de los 90, fue totalmente infectiva, y no solo porque Argentina la haya manejado mal, sino porque no tenía cabida en la estrategia británica que se había fijado desde 1982, en la cual el RU se ha esforzado durante 40 años y se seguirá esforzando en el futuro para excluir a la Argentina de todo contacto que pueda resultar favorable a la Argentina con los habitantes de Malvinas; excepto en aquellas cosas que benefician directa y unilateralmente al RU.
En la aplicación de la política de la seducción, hubo desconocimiento de que la realidad política que había cambiado dramáticamente después del 82´ y que chocaba con esta decisión británica de excluirnos. Una decisión que se manifiesta de diferentes maneras, por ejemplo: toda estas medidas que los británicos han ido tomando con respecto al Cementerio de Darwin, apenas terminó el conflicto. Después, durante 17 años ellos bloquearon el acceso de los argentinos continentales a las islas, hasta el acuerdo del 14 de julio de 1999. Debemos recordar que la exclusión a la Argentina de las islas no empezó en el 82´ sino en 1833, porque desde entonces los argentinos continentales no podemos residir en las islas, no podemos trabajar o tener ingreso en las islas ni comprar tierras. Exclusiones que violan elementales normas de derechos humanos, pero aún rigen para nosotros.
Lo mismo sucede con las empresas aéreas argentinas que están excluidas de cualquier vuelo chárter, desde y hacia las islas. Jamás aceptaron un vuelo de una charter a Argentina. Ni siquiera vuelos ambulancia: preferían esperar.
- ¿Es verdad que el gobierno nacional subvencionaba los vuelos a Malvinas?
Si. Eso me tocó implementarlo entre 1999 y 2011. Eso ocurrió porque después de la Declaración Conjunta del 14 de julio de 1999, que repuso el vuelo regular a las islas de LAN Chile, que estuvo suspendido durante seis meses, y que comenzó a operar desde Punta Arenas a las Islas desde el 16 de agosto 1999 y la escala mensual en Río Gallegos empezó a operar el 16 de octubre. La escala en Río Gallegos se debía hacer porque figuraba en la declaración conjunta, pero no existe el suficiente movimiento que justifique comercialmente esa escala.
Esa escala, que se hacía por cuestiones meramente políticas, tenía muy poco sustento económico-comercial, en cuanto a la venta de pasajes, por lo que la empresa solicitó que se le subvencionara, por lo menos, los gastos de esa escala. Y así fue que Argentina durante 1999 y 2011, subvencionó a LAN Chile mediante la compra del equivalente a 27 pasajes por mes. Esa fue una orden que tuve que ejecutar de 1999 a 2011.
- Volviendo a la "seducción"...
La política de seducción de los 90´ fue muy diferente de la practicada bajo los acuerdos de comunicaciones entre 1971 y 1982, en primer lugar, porque (lo sucedido en los 90´) fue un impulso unilateral argentino. No había acuerdo con los británicos. Eran solo intentos argentinos fracasados de nuestra parte y destinados al fracaso, porque los británicos lo único que querían era que Argentina estuviera excluida completamente de cualquier actividad en las islas que pudiera mejorar la relación con los habitantes de las islas.
La segunda diferencia fundamental, jurídicamente muy importante, es que se intentó llevar a cabo fuera del contexto de la Res 2065, porque desde el año 1982 no hay negociaciones de soberanía, porque el RU hace casi 40 años se niega sistemáticamente a dar cumplimiento la resolución que sí aceptó durante 16 años. Por eso ambas situaciones son incomparables.
La seducción tuvo diversas manifestaciones. Cuento tres como ejemplos:
La primera es que en el año 1993 la pesca venía muy mal en las islas entonces como por la Declaración Conjunta sobre Conservación de Recursos Pesqueros de 1990 se había pactado que, en la mitad Este alrededor de Malvinas, se incluía una zona de prohibición permanente de pesca, para tratar de reducir la depredación ilegal del Reino Unido. Ante esta situación, los británicos hablaron con Guido Di Tella para que se levantara temporalmente la prohibición en esa zona.
¿Ustedes entienden lo que le comento? Esto no es algo normal. Estamos hablando de que este pedido se hace en el marco de una disputa de soberanía por la ocupación ilegítima de nuestro territorio.
Di Tella, como siempre hizo en el marco de esa política de seducción, dijo que sí y dejó pescar a la flota española, que es la que siempre pesca.
Cómo nos devolvieron el favor lo británicos, es lo más interesante. Cuando terminó la temporada de pesca de calamar ilex argentinus, el RU nos devolvió el favor por medio de una orden que dictó el ilegítimo gobierno de las islas por la cual levantaban permanente, de manera unilateral, la prohibición establecida en la zona oriental de Malvinas. Así se maneja el RU. Los supuestos inventores fair play.
El otro ejemplo fue cuando Di Tella hizo el ofrecimiento de que Argentina se hiciera cargo del desminado de las islas. Ahí se inició una negociación en la cual yo no participé, que duró 3 años -del 93´al 96´-, y que fracasó por los riesgos jurídicos para la Argentina, que eran enormes. Porque, para empezar, el RU se negaba terminantemente a que ni un solo militar argentino pisara las islas, por lo tanto exigió una tercera parte, y, principalmente, se negaba a aceptar, ni siquiera en los papeles, la introducción de la fórmula de soberanía (el paraguas), que al menos, teóricamente nos amparaba.
El 10 de diciembre de 1997 se firmó la Convención de Ottawa sobe minas antipersonales -que fue en ese momento impulsada y propagandizada por Lady Di- generándose así un encuadre internacional que hizo que hacia el año 2000 recibiera la orden de retomar ese tema, pero desde otro encuadre, que no era la seducción. No era ahora un favor que los argentinos continentales le hacíamos a los habitantes de las islas, sino lograr que se desarrollaran negociaciones exclusivamente bilaterales entre Argentina y el RU para que ambos países cumpliéramos con la convención. Esas negociaciones iniciaron en octubre de 2000 y terminaron en diciembre de 2009. Finalmente, logramos lo que los británicos habían negado 10 años antes. Tres militares argentinos, especialistas en desminado fueron a las islas, y durante 3 semanas de diciembre realizaron con sus colegas británicos el levantamiento de datos.
El estudio de factibilidad -porque jamás Argentina intervino en la tarea concreta del desminado- el RU lo presentó en 2008 y Argentina en 2009, y de esa manera, cumplimos con la Convención de Ottawa, resguardando nuestra postura de soberanía. Porque el estudio fue aceptado en Naciones Unidas, pero, debido a que Argentina no tiene acceso al territorio, se vio exceptuada de realizar el desminado, y le impuso al RU la obligación de la tarea del desminado que hicieron entre el 2008 y el 2018. Es muy importante aclarar que esa realización de la tarea de desminado concreto que realizaron los británicos, en virtud de la disposiciones de la Convención de Ottawa, no tiene ningún valor jurisdiccional, ni le da derecho o título especial para un eventual reclamo de soberanía.
Menciono todo esto porque fue un desprendimiento de esa política de seducción, que derivó de una manera impensada para los británicos en algo favorable para la Argentina, pero usando otra estrategia diplomática, total y completamente diferente.
Otra consecuencia de la seducción, que tiene actualidad, porque ocurrió el 24 de este mes, es que desde 1993 el ex Canciller Di Tella decidió lamentablemente participar de las sesiones anuales del Comité especial de Descolonización, que se celebran todos los años, en Nueva York (NY).
¿Por qué digo lamentablemente, contra lo que se cree de manera generalizada de que está bien? Eso no está bien, está mal; y está mal y no favorece la posición argentina por varias cuestiones, a pesar que hace 28 años que se repite la misma mecánica.
En primer lugar, el Comité es un órgano subsidiario de las Asamblea General de las Naciones Unidas, solo aprueba un proyecto de resolución que adjunta en un informe de sus actividades, donde figuran los proyectos de resolución de los 17 territorios de los que se ocupa. Ese informe con el proyecto de resolución, pasa a la Cuarta Comisión de la AG y de allí pasa al plenario, que es la reunión de los 193 embajadores, y es la AG quien adopta el informe del Comité y las resoluciones adjuntas, que generalmente repite el texto de la Res. 2065/XX. Por lo tanto, la presencia del Canciller en una etapa muy primitiva del proceso, meramente preparatoria y que culmina meses más tarde, al cual no asiste nuestro canciller sino nuestro embajador ante Naciones Unidas, o su segundo, hace que esto sea, desde el punto de vista procedimental, por lo menos, paradójico.
En segundo lugar, lo que es realmente grave y sí afecta a nuestra posición es que no tiene contraparte. Nuestro canciller va solo: no tiene al canciller británico en frente, ni siquiera un subsecretario, o el embajador británico en NU. No hay contraparte británica. Porque el comité no es un foro de negociación, sino que es donde se exponen las posiciones que son ultra conocidas por todas delegaciones y que se discuten hace 60 años ¿Y porqué afecta esta presencia del canciller en el Comité? Porque los únicos que están en frente de él y contra él son "los peticionarios" (gente común) que son habitantes de las islas. El canciller argentino no está frente a su contraparte, sino que tiene en frente a dos representantes de los habitantes de las islas. Eso a Di Tella no le importaba. Por algo antes, durante 30 años, nunca fue al comité de descolonización un canciller. Pero él queriéndose mostrar amable y condescendiente con los isleños, comenzó a ir.
¿Por qué no se cambió esta política equivocada implementada durante los últimos 28 años? Yo supongo (más que supongo, me lo han dicho) que ningún canciller argentino se anima a no ir por miedo a que Clarín y Nación -que no son los mayores defensores de la posición argentina en la disputa de soberanía- aprovechen la ocasión para poner en la primera plana "el canciller argentino no asiste al comité de descolonización" o que se "olvida de Malvinas". Y eso no es verdad: es exactamente los contrario. Pero como el político le tiene miedo a la tapa del diario y no le tiene miedo a afectar la posición argentina en la disputa, prefiere ir para que no lo critiquen.
- ¿Quien debería ir entonces?
¿Para qué tenemos una embajada en Naciones Unidas de manera permanente con diez o quince diplomáticos? De esa cantidad de funcionarios, hay uno que se ocupa exclusivamente del Comité de Descolonización y el tema Malvinas. Más especialización imposible. No hay ninguna necesidad de que vaya al Comité. El trabajo lo tiene que hacer la representación permanente. Y todo esto es producto directo de la seducción, ya que Di Tella decidió ir al comité para hablar directamente con los peticionarios isleños.
Lo mismo pasa con esto de las Becas. Y ahí hay varios problemas: en primer lugar, es una acción unilateral argentina que no está pactada o acordada con la parte británica, y que, producto de la política británica para excluir a Argentina de cualquier relación con las islas está destinada a fracasar, ya que jamás esas becas van a ser aceptadas por los habitantes. En este sentido, desde el punto de vista práctico no tiene trascendencia, pero simbólicamente es muy grave, porque expone la ausencia de una política para la cuestión Malvinas de amplio espectro, compuesta por acciones propias, políticas activas, coherente y a largo plazo. Denota la falta de una política articulada que considere todos los aspectos y dentro de cada aspecto las acciones concretas. No se puede pasar de criticar acremente al Reino Unido -cosa que no me preocupa ni seré yo quien lo defienda-, para después darles becas, en busca de congraciarnos con los isleños.
Además, no es prioridad de la Argentina congraciarse con los isleños. No estamos en esa etapa. Estamos en la etapa de ver cómo hacemos para forzar, obligar, cuestionar, cercar, sitiar, elevar los costos del RU para que vuelvan a la mesa de negociaciones. No estamos en la etapa de atraer a los isleños: esa etapa, en todo caso, es posterior. Lo que nosotros tenemos que hacer no es congraciarnos con los isleños, sino analizar cómo hacemos para presionar al RU para que se siente a la mesa de negociación. Y esto es algo que puede llevar décadas.
Acá lo importante es el peso específico de poder real y de prestigio de cada país. Al RU no lo conmueve una resolución como las sesenta que tenemos de las Naciones Unidas, o las decenas y decenas de otros organismos. No digo que no haya que hacerlas, sino que debemos observar el aspecto multilateral, el aspecto económico, e incluso el aspecto interno nuestro, desde un espectro amplio. Acá lo que hace falta es una política amplia y articulada, dirigida pura y exclusivamente a presionar y condicionar al RU para vuelva a la mesa de negociaciones. Después cuando se vuelve a la mesa de negociaciones, ahí sí se puede considerar, dentro de diez o quince años, qué damos y qué recibimos.
Como todos los entendimientos provisorios fueron escritos por los británicos para satisfacer sus propios intereses hasta la fecha no hubo ninguna iniciativa argentina de política propia, generada por nuestros propios intereses. Todo fue realizado, inventado e implantado por los británicos. Incluso esto de la identificación del ADN de los caídos fue inventado por los británicos en 2008, cuando fueron ex combatientes argentinos (CECIM) de visita a Londres. Y yo lo sé porque cuando estaba en Ginebra me lo contó la delegación británica. Más allá de que haya sido necesario realizar el estudio en sí mismo, eso no lo cuestiono, fue una necesidad creada por los británicos, y específicamente por Geoffrey Cardozo y sus secuaces, al realizar el re-entierro de los cuerpos.
La Universidad Kennedy (UK) terminó de completar esta operación de humillación auto-impuesta por la Argentina, al darle el título de doctor honoris causa al embajador británico en Argentina Sr. Mark Andrew Geoffrey Kent, basándolo en dos aspectos: uno directamente repudiable -la identificación de los caídos-, y el otro discutible -gestión por las vacunas-.


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