Análisis | 11 ene 2023
Por el Dr. Jorge Rachid 🪶
⛓️ Defender la democracia es un camino de liberación nacional
La conciencia colectiva del pueblo sobre la preservación de la democracia, es una conceptualización compartida transversalmente, por la mayoría de la población. Es verdad también que quienes se presentan como fanáticos republicanos, a la hora de su actuación política, arrasan con las ideas que dicen defender al avasallar las instituciones, en nombre justamente de la libertad y la democracia. Así a nivel internacional, con esas mismas banderas supuestas se han invadido países, se han desatado guerras, han muerto millones de personas y desplazado otros tanto en nombre de esos “valores”. Hipocresías políticas mundiales en éste tiempo neoliberal brutal e inhumano, de capitalismo financiero.
En nuestro país la democracia ha sido debilitada1 por un largo proceso, multidireccional y complejo de colonización cultural, económica e institucional, que hoy se expresa con la fuerza otorgada por herramientas de respaldo del mundo Unipolar como el Lawfare2, deudas FMI, sanciones económicas, bloqueos, comandado por sectores de EEUU y sus aliados halcones mundiales, que defienden América latina como un espacio propio3, “su patio trasero” o “sus pueblos”, como lo denomina la lV Flota al referir sus planes estratégicos para la región, en donde la democracia es sólo una excusa, en tanto respalde o no al Mercado (Consenso de Washington) como ordenador social y político, con relaciones expresas alineadas con sus intereses a largo plazo.
Ese espacio conceptual neoliberal fue construido a lo largo de décadas de ataque frontal a la política como herramienta principal de transformación de los modelos sociales, productivos y políticos de construcción nacional. Es que temas vertebrales o estructurales como la distribución de la riqueza4, la ampliación de derechos sociales y laborales, el ejercicio pleno de la soberanía, la integración regional en bloque de poder, la defensa de los recursos naturales, son ejercicios contrarios a esos intereses concentrados, que cuentan con el necesario respaldo de los sectores de poder locales que colaboran y reciben instrucciones de ese mundo Unipolar. Embajada de EEUU, Lewis, OTAN5 son las vías de las órdenes superiores.
Se denominan esos sectores de poder en nuestro país el Círculo Rojo y forman parte de los procesos golpistas y destituyentes que hoy llevan adelante los sectores del PRO, que van dejando de ser oposición democrática, al asumir posiciones bolsonaristas y trumpistas6 de ataque tipo guerra de lV Generación7, instalando la violencia como forma excluyente de irrupción en la política, generando plataformas de odio, atentados selectivos, bloqueando los funcionamientos democráticos, judicializando toda iniciativa gubernamental, atacando jueces y periodistas, extorsionando empresarios, cooptando jueces y fiscales, instalando doctrinas de persecución y encarcelamiento de opositores, denigrando la política misma como eje central de su accionar.
Sin embargo la posición dominante y hegemónica de los medios, ya siendo parte de la estrategia de poder enemiga, presenta la situación en forma diametralmente opuesta, intentando catalogar al llamado “populismo” como contrario a la democracia, cuando fue el mecanismo por el cual a lo largo de la historia los sectores nacionales y populares accedieron y manejaron los gobiernos que le tocó conducir. Fueron justamente desde esos medios en donde se dio la batalla por el deterioro político y democrático, al llamar como verdaderos factores de poder, al linchamiento y escrache popular, reemplazando el servicio de justicia y la presunción de inocencia, reemplazado por el señalamiento mediático como herramienta de control político.
Es la vieja lucha entre los opresores y oprimidos, los colonizadores dueños del poder real imponen sus políticas no sólo en los aspectos materiales económicos financieros, sino en el espacio simbólico de la conciencia colectiva del pueblo, intentando impregnar a las nuevas generaciones de la inviabilidad de la política y de la corrupción estatal, como masiva y producto del Estado, generando una opción anárquica y violenta de los jóvenes siempre dispuestos a cambiar las estructuras de dominación, para lo cual la instalación de la violencia anti-todo es un método de control social.
La dominación colonial implica borrar la memoria y diluir la identidad de los pueblos, haciendo de la frivolidad superficial en el hecho cotidiano una constante, con una sucesión de fotos, nunca relacionadas con la película del trasfondo del escenario político, sacando de contexto todo el acontecer diario al manipularlo. Es la sujeción de los pueblos a los deseos del dominador, es la relación amo-esclavo que, en varias generaciones sucesivas, terminan desconociendo los conceptos de libertad y democracias, de derechos y marcos legales, siendo volcados sumisamente a tener cada día, pisos más bajos de reclamos de dignidad de vida.
Cualquiera está en su derecho de suponer que se trata de una exageración del autor de esta nota, plantear el eje de la colonización, para lo cual propongo analizar los acontecimientos que jalonan esta opinión. Terminada la etapa de las dictaduras militares, EEUU dispone8 la disolución de la lV Flota y elabora el Consenso de Washington de democracias limitadas al Mercado, que tutela bajo ese concepto, produciendo los desplazamientos de gobiernos democráticos como Zelaya en Honduras, Dilma y Lula en Brasil, Correa en Ecuador, Lugo en Paraguay, Evo en Bolivia, Castillo en Perú, y la persecución del peronismo y el liderazgo de Cristina en nuestro país. Pero el No al Alca y la constitución del UNASUR rehace los planes del imperio, logrando avanzar en la disolución del bloque con el Grupo de Lima (Macri, Almagro, Piñeira, Uribe y otros) reconociendo los golpes de Estado desde la OEA y volviendo a la lV Flota. Esta situación se prolonga en los sectores neofacistas actuales, que logran el acceso al poder democráticamente, al ejercer la presión mediática denigratoria, además de económica y judicial persecutoria, como en Argentina o la proscripción y encarcelamiento como en Brasil. Es la construcción colonizadora que se inscribió en letras de molde desde el siglo XlX, desde Inglaterra y EEUU.
Sectores revolucionarios de nuestros países9, que sueñan con escenarios ideales o dispuestos de por vida a ser testimoniales de verdades frente a la historia y se enfrentan con sectores políticos populares con la misma determinación, pero diferentes tácticas de avance sobre la realidad que les toca enfrentar. El enemigo aprovecha esta circunstancia para producir la división necesaria de fuerzas de objetivos comunes y caminos distintos, produciendo una fragmentación letal para los pueblos, ya que permite una dispersión que posibilita el avance colonizador, anti estado, que denigra la soberanía como valor patriótico, los derechos sociales como modelo de construcción política, alentando la sumisión ante los poderes internacionales supuestamente “civilizadores” frente la “barbarie” populista que trata de construir Justicia Social.
Es hora entonces de plantear marcos estratégicos, de caminos a recorrer aunque con matrices e identidades diferentes que puedan comprometerse en la consecución de esos objetivos, desde un lugar común de toma de decisiones. Eso se llama la institucionalización del movimiento nacional y popular a la que nos alentaba el viejo y sabio General Perón al decirnos “sólo la organización vence al tiempo”. Diferenciaba así los tiempos biológicos de los seres humanos, finitos y terminales, a los tiempos históricos de los pueblos que construyen su historia10 y son quienes determinan los nuevos paradigmas de la misma.
Es entonces hora de plantear no dejarse robar la democracia en manos de los colonizadores, como lo hicieron con la palabra libertad, al darle un marco individual, desconociendo el valor social de la misma en la construcción del modelo de Comunidad Organizada. La democracia es un bien de los pueblos en el ejercicio de la voluntad popular, es un derecho humano esencial ejercido con libertad, sin tutelajes externos, ni presiones internas. Ese camino de construcción en paz, evitando caer en el juego de la violencia y el odio que propone el enemigo, es un tránsito de soberanía en la construcción de la Patria Grande, que está bajo ataque imperial. Esa lucha por la democracia contra la colonización, es la reafirmación plena de la voluntad de los pueblos por reconstruir un camino de Liberación Nacional, después de décadas de posiciones neoliberales dominantes. Por lo cual la vieja consigna Patria o Colonia sigue vigente en el pueblo.
JORGE RACHID
PRIMERO LA PATRIA
www.lapatriaestaprimero.org